My beautiful monster *[SeXing]

Única parte.

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Ha vivido tanto tiempo desde que aquel hombre lo maldijo, ha visto tanta gente pasar y morir. Los años pasan y el sigue igual, su rostro sigue tan jovial como aquel joven de 16 años que ya no es, su piel sigue tan hermosa y suave pero su mente y su corazón tienen más de mil años en ellos.

La gente con la que ha llegado a cruzar su camino siempre le ha elogiado su belleza y voz, gente a la que aprendió a dejar atrás a base de dolor. Le ha dolido tener que aprender a vivir lejos de la gente y en completa soledad.

No sabe cuánto más tendrá que vivir cuando ya esta tan cansado.

Zhang Lay es el chico que no envejece ni enferma.

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—Disculpe...— una tierna vocecilla lo hace mirar hacia abajo, topándose con un pequeño de cabello oscuro y gesto serio.

El bello muchacho se hinca para prestarle más atención y le sonríe, notando como las mejillas del pequeño se coloran y mueve sus bracitos por detrás de su espalda. Lo ve hacer un puchero para posteriormente darle una bella flor blanca y pequeña. Una baby breath.

—gracias. — toma la flor con una amplia sonrisa, causando que el niño se colorara aún más.

—usted es muy bello, como un ángel. — hablo con una tímida sonrisa. Al joven azabache le causo una ternura palpable.

—muchas gracias.

—cuando sea grande me casare con usted, es una promesa. — el pequeño saco un pequeño anillo de juguete de color plateado y lo coloco en el pulgar del azabache. —hasta entonces no me olvide, señor ángel.

—no lo hare. — no tuvo corazón para decirle no al niño. Después de todo, se olvidaría con el pasar de los años. De su promesa infantil y de él.

Se levantó cuando el pequeño se dio la vuelta y se fue corriendo hasta dos jóvenes que supuso eran sus padres. El más bajo de ambos, se cabello caramelo y sonrisa cuadrada, alzo al niño y le dio besos en las mejillas. El hombre más alto, de cabello negro y orejas grandes, los estrecho a ambos en un fuerte abrazo.

El azabache doblo las cejas ante la escena. Eso era algo que jamás tendría porque le fue arrebatado por aquel hombre.

—una familia...—musito con amargura mientras veía como aquellas personas, fantásticas y afortunadas bajo sus ojos, se iban en medio de sonrisas y risas.

Cerró los ojos un momento antes de continuar con su camino y volver a casa.

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El joven creyó que aquel encuentro con el pequeño se volvería un recuerdo agradable y espero un par de días antes de volver al parque donde solía ir a leer y escuchar el viento crear música con sus hojas y su cabello.

Quedo más que sorprendido cuando volvió a escuchar la voz del pequeño.

—señor ángel, ¿Qué esta leyendo? — esta vez el pequeño le sonrió con las mejillas llenas de dulce y se sentó a su lado, teniendo cuidado de que la paleta que comía no manchara la ropa del azabache o se llenara de pasto.

El mayor se quedó unos cuantos minutos observando al infante. —es una historia sobre un hombre que no puede morir.

Los ojos del niño se iluminaron. — ¡a mí me encantan esas historias! ¿Puede leérmelo, señor ángel?