Décimo Segundo Capítulo

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Había sido sin duda un calvario el escoger que llevar a la bendita cena familiar. Tenía vestidos, faldas, pantalones e incluso leggis. Mi primera opción fueron mis fieles jeans, siguiendo un no tan favorito vestido. 

Luego, de consultarlo con Thomas, siendo nada de ayuda, sinceramente, el vestido parecía ser la opción más apropiada. Era una noche algo importante. Me presentaría frente a su familia. Suponía que algo de elegancia debía mostrar. 

—Me ha costado realmente elegir que llevar, así que, espero que esto esté bien y sea suficiente.— dije acercándome a él mientras notaba como su mirada me examinaba de pies a cabeza. 

Dio unos pasos más en mi dirección, haciendo que nuestros cuerpos quedaran totalmente juntos.

—Me encantan tus piernas y aun más el que dejes que admire de ellas.— su mano se deslizo por las curvas de mi cuerpo, que a través del vestido se hacían ver increíblemente.

Su mano se detuvo sobre mi muslo y tocó debajo del vestido, acariciando con agradable lentitud. 

—¿Seguro? ¿No es demasiado?— pregunté y él dio otra adorable mirada a mi cuerpo, tomándose unos segundos para darme su respuesta.

—No es demasiado. Sin embargo...— sus brazos pasaron por detrás de mi cuerpo presionándome contra él con leve fuerza. —Mi madre es un poco exagerada. Ignora cualquier cosa fuera de lugar que pueda decir. Yo siempre lo hago.— me aconsejo, no sabiendo si estaba hablando en serio o en completa joda.

Supe que sus palabras eran verdad, cuando una pequeña sonrisa de costado se formó entre sus labios, alcanzando el buen sentimiento la oscuridad de sus ojos verdes.

—Pero es una buena mujer. Solo hay que darle un poco de tiempo.— asentí a lo dicho, al tiempo que mis manos presionaron sobre sus hombros con delicadeza.

Él tomo mi mejilla dedicándose a observarme unos segundos. Esos ya típicos momentos para mí. Su mirada de a poco comenzó a ponerme nerviosa, por lo que desvié la mirada agachándola. 

—Te ves tan dulce sonrojada.— susurro hacia mí. Le observé brevemente, sonriendo algo aun con aquel sentimiento de ansiedad. —Ya es tiempo de marcharnos.— tomó mi mano con fuerza y en cuestión de segundos, nos encontrábamos fuera del espectacular lugar que el penthouse era.

Por primera vez, permití que abriera la puerta de su lujoso auto para mi, y honestamente, fue porque no estaba en mi propia mente de manera total en ese momento. Me sentía demasiado nerviosa. Increíblemente ansiosa por lo que la noche nos depararía.

Mi mente pensaba en todo. Como debía entrar a la casa. Mi forma de caminar. Que era lo que debía decir primer. Que era lo que no debía decir en absoluto. Era ridículo, ¿no? Suspiré profundamente. ¡En que situación me había puesto!

De pronto, escuché como la puerta de mi lado se abría. Giré mi rostro observándole detenidamente. Su mano extendida esperaba por mi y algo en mi pecho hizo una pequeña presión, incitándome a arrancar ahora que podía. 

Sin embargo, trague saliva y respiré salvadora, olvidándome de cualquier tontería y juntando su mano a la mía para así estar fuera del auto. La entrada de la casa estaba claramente iluminada. Sentí su mano presionar en un costado de mi cuerpo haciendo que comenzáramos a caminar, yo un paso delante de él. 

La puerta se abrió ampliamente, mostrándonos a los segundos a una joven chica con traje de servicio. Ella nos observó a ambos un segundos para luego saludarnos de manera tan elegante. Entramos y quedé sin aliento. Al parecer, así sería cada vez a su lado. 

Hubiera querido ser capaz de captar cada detalle del elegante y hermoso lobby. Todo brillaba con exageración ante mi. Era simplemente impresionante. 

Mía & Para SiempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora