Prólogo

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—Su amigo me ha contado que es muy responsable, que nunca ha roto un jarrón de por medio para conseguir algo.

—Es cierto —respondo aunque no haya sido una pregunta.

—¿De verdad tienes dieciocho años?

—Recién cumplidos.

—Me vale —escribe algo en un papel y vuelve a fijar la vista en mí—. ¿Eres homofóbico?

—Eh... No.

—¿Tomas alcohol?

—Para nada.

—¿Drogas?

—¿Oler sin querer el tabaco de mis padres cuenta?

—No.

—Entonces nada.

—Bien... ¿Alguna vez has visto una página de mayores?

—Eh... Una vez, nada más.

—Está bien —apoya sus manos en la mesa—. Debo advertirte de este trabajo.

—¿Es que es peligroso?

—Físicamente, no. Pero sentimentalmente... Puede que sí.

—¿Qué trabajo es este en el que me estoy metiendo? —me apoyo también en la mesa.

—Es parecido a ser un canguro, pero de niños mayores. Este trabajo se trata de mantener a raya a mis empleados, de ponerlos en orden de la forma que sea. Varias personas lo han intentado, pero todos acabaron dimitiendo.

—¿Por qué?

—La sorpresa te la dejo en el aire —se levanta y se va caminando a la gran puerta doble de su despacho—. Ven conmigo.

Me levanto y comienzo a seguirlo tras sus pasos, con la intriga y el miedo encima. Paseamos por los pasillos de este edificio que está un poco escondido, pero a la vista de todo el mundo.

No sé de qué trata el trabajo exactamente, mi amigo me dijo que viniera y que me entrevistarían para el trabajo. Lo importante aquí es cuánto ganaré trabajando en este lugar.

—Ya llegamos. ¿Estás seguro de que quieres seguir adelante? —asiento—. Muy bien, pues adelante —pasamos el arco de la puerta de madera y se escucha unos cuantos gemidos, unos golpes en el cuerpo de alguien y unos cuantos gruñidos que provienen de un habitación.

Cuando entramos, una escena totalmente embarazosa se planta delante de mí. Dos hombres jóvenes teniendo sexo delante de unas cuantas personas con cámaras.

—Bienvenido a la empresa porno SexGayMen. Si aceptas el trabajo, tendrás que mantener en orden todo este complejo y a los actores.

—¡¿Es una empresa porno?!

—Así es. Ahora hablemos fuera de esta habitación —nos vamos al pasillo de nuevo, quitando esa imagen de fondo—. Bien, hablemos del trabajo. Te pagaríamos esta cantidad por soportar a los actores y mantener todo a raya si aceptas el trabajo —me pasa un papel con un número bastante alto.

—¡¿Está de coña?! Esto es muchísimo dinero. ¿Por qué paga tanto por que los cuiden?

—Son mayores, pero se comportan como niños pequeños, queriendo controlar todo lo que tocan, penetrando todo lo que les gusta... Por eso pago mucho. Porque son muchos actores y eso equivale a muchos problemas. Menos algunos, esos no los he contado. Bueno, ¿aceptas el trabajo o no?

Miro el papel y luego al hombre poco mayor que está delante de mí. Me lo pienso muchas veces, esta es una buena oportunidad de ganar mucho dinero, tanto que me podría independizar. Suspiro, vencido, y le doy mi respuesta.

—Acepto el trabajo.

—¡Genial! Me llamo Liam Harold, ¿y tú?

—¿Yo? Me llamo... Jake Alston.

—Pues bienvenido a esta empresa porno, chaval. Que dios te proteja.

Eso ya no me ha convencido mucho.

Trabajando En Una Empresa P*rnoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora