Veinte...

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Escuche un raro sonido en la ventana, mis parpados estaban pegados y no tenía intención de cambiarlo. Pero el ruido era insistente, así que me levante y fui allí. Me sorprendió ver una sombra, levante las persianas y me acerque al vidrio, el rostro de uno de los Avin estaba allí. Me sobresalte y grite. En susurros dijo su nombre, era Alex, pensé en volver a gritar pero los nervios no me dejaron.

- Rebecca, necesito hablar contigo –Susurro.

- ¿Qué? ¿Estas demente?

- No, ¿Me puedes dejar entrar?

- ¿Para qué termines lo de la otra noche? Ni loca –Respondí.

- Becca lo siento, de eso quiero hablar, he venido a disculparme.

Lo pensé, juro que lo pensé, pero la intriga y la curiosidad me ganaron, por lo que abrí la ventana y lo deje pasar.

- Listo, ¿Qué quieres? –Dije cuando ya había pasado el segundo pie y estaba ya dentro.

- Como te dije he venido a disculparme, tú ya sabes lo que el alcohol me hace, he hecho muchas estupideces y lo que te iba hacer a ti era –Volteé la mirada- Eso sí que iba a ser horrible Becca –Se acercó a mi e intento tocarme el brazo, pero inmediatamente me quite de su agarre- Rebecca de veras lo siento.

Esto era el colmo, Alex pidiéndome disculpas, sabía que eran verdaderas, en su rostro se notaban, pero no podía aceptarlas, mi mente me gritaba que actuara, pero mi cuerpo no respondía, imágenes de esa noche segaron mi visión, y estaba al borde de soltar en llanto, pero no lo permitiría, no podía, no me lo merecía.

- Alex, Necesito que te vallas.

- Pero Rebecca no.

- Que te vayas o gritare –Le advertí mirándolo directo a los ojos.

- Este bien – Se dio la vuelta, subió la ventana y paso por ella.

Regrese a mi cama, no me fije de la hora, pero deseaba quedarme dormida pronto y olvidar todo este estúpido momento.

Diario de una Escritora más...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora