13. Verdades Inciertas

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Sebastian Keller avanzó hasta ella de forma amenazadora que no provocó lo deseado en ella, había olvidado el pequeño detalle de que Lily Luna Potter no podía sentir ni la más mínima gota de sentimientos, así que no iba a temerle, así la golpeara y torturara, era como el más bonito caparazón con el que se hubiese topado en años; y no podía tenerle ni siquiera como parte de su colección para exhibirle gustoso, tal vez por eso hacía lo que hacía, vengarse de todo lo que ella una vez amó.

—Yo soy el Jefe, te guste o no, querida.

—No me interesa estar al mando, Sebastian, y lo sabes, pero tenemos acuerdos que tienes que respetar si quieres tener al Departamento de Aurores lejos de tu trasero ¿comprendes?

— ¿O qué? ¿Irás con tu papi a decirle todo? ¿Qué crees que pase contigo? Claro, crees que por ser hija de Potter se te concederá un poco de amnistía ¿no es así?

—No me importar terminar en Azkaban –sonrió –no puedo sentir nada ¿lo recuerdas? Eso hace que todo me parezca... irrelevante.

—Vamos Lily –suplicó acercando su rostro al de ella, pero lo rechazó, así había sido desde los últimos once años, ni siquiera había volteado a verlo, siempre pensó que Edward Lupin era la causa de ello, por eso lo quitó del camino, ahora tenía que deshacerse de James Sirius Potter.

— ¿Dónde está Teddy, Sebastian? –interrogó con el ceño fruncido.

—Si no supiera que no puedes sentir nada, diría que estás preocupada por ese idiota de Lupin, sólo tienes que saber una cosa, cariño, realmente está muerto.

Se quedó callada cuando el duende se acercó a ellos, no quería que la viera del todo, así que su varita la apuntó de nuevo a sí misma y su cabello se decoloró de inmediato a un rubio platino y sus rasgos cambiaron rápidamente, cuando el duende se detuvo junto a ellos, no podía reconocerla.

—Todo está listo, jefe –informó el duende –era de esperarse que daría batalla, aunque ni tan cerca de la que Lupin opuso –Lily observó a la criatura, su ropa estaba manchada de sangre, igual que su rostro y sus manos, pero había comenzado a limpiarse con un trapo.

—Nadie puede relacionar la desaparición de Malfoy con nosotros ¿lo escuchas? –Aventó enfadado al duende –tú y yo...

Lily movió las caderas y se detuvo tan cerca de la criatura que el rostro de éste quedó justo donde tenía que quedar, ella le sonrió, se inclinó un poco y llevó una mano desagradable entre sus piernas, haciendo que el duende sonriera.

—Me gustan los machos eficientes –murmuró en un tono sensual –así que tú me dirás ¿qué pasó con Lupin? –sonrió y soltó un gemido falso cuando los dedos irregulares y rugosos jugaron con sus labios vaginales.

—No quedó nada de él –informó mostrando sus dientecillos puntiagudos –salvo abono para las plantas y alimento para algunos de los animales –siguió jugando con ella –la sangre y carne de un metamorfo es mejor para alimentar a algunas bestias.

—No puedo creerlo –bramó Sebastian regresando hasta ellos –incluso el maldito duende antes que yo –la jaló furioso, haciendo que Lily le guiñara un ojo.

La soltó bruscamente cuando estuvieron en la oficina de Sebastian, que estaba furioso, Lily sólo sonrío, jamás había soportado que no le hiciera caso, desde que Teddy los presentó, ya que eran compañeros de generación, siempre intentó algo con ella, pero siempre lo rechazó por pasar más tiempo con Ted, o con sus hermanos, nunca con él, incluso cuando había dejado de sentir, había buscado los brazos de Stuart McLaggen que los de él.

—Todo está en orden, marcha sin contratiempos.

—Son demasiados animales –contestó Lily –alguien los rastreará.

Una Lily Para James || James S. P x Lily L. P.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora