Una carta que debió ser enviada pero, en cambio, se quedó guardada en un cajón junto a todos mis sentimientos.
Mirando a las estrellas esta noche, me puse a pensar cómo sería si ahora estuvieras conmigo, quizás nos estaríamos riendo de alguna cosa sin sentido, o podríamos estar visitando algún lugar nuevo y aprendiendo de su cultura, quizás Francia, Italia o también Nueva York.
Pero eso no puede ser porque no tuve el valor de decirte lo que sentía cuando aún estaba a tiempo, me dejé llevar por mis miedos y mis inseguridades, el miedo a que me rechazaras, a que te rieras de mí por sentir lo que sentía, por temblar cada vez que estábamos cerca y no poder formar una frase completa sin ponerme nerviosa y trabarme.
Aún sonrío cuando te pienso, recuerdo esa vez que cuando vi que me mirabas aparté rápido la mirada porque me puse muy nerviosa, y cuando volví a mirarte aún me sostenías la mirada, mi pecho saltaba de alegría, pero como siempre mi mente racional me obligó a mirar a otro lado para evitar que pudieras darte cuenta que me gustabas, porque el miedo al rechazo siempre estaba presente.
También recuerdo que te escribí un mensaje con una excusa tonta solo porque era mi medio seguro, nunca se me dio muy bien hablar, pero podía mantener una conversación por mensajes porque podía pensar bien lo que te diría. Me hizo mucha ilusión que me respondieras, la verdad es que no creía que lo hicieras, pero cuando lo hiciste me puse nerviosa porque mi excusa no estaba tan bien planificada, así que me disculpé por molestarte, porque realmente eso sentí, y te expliqué el porqué había pensado eso, me dijiste que no pasaba nada y conversamos un ratito más. Mi sonrisa aún persistía al día siguiente por la alegría que me hiciste sentir.
Intenté hablarte una vez, pero supongo que en eso nos parecemos, porque por mensajes parecías muy simpático, pero hablando no dijiste mucho. Quizás sea que no se iniciar una conversación, pero no resultó muy bien y no supe cómo reaccionar. No se me ocurría nada más que decirte y simplemente me quedé callada, una vez más por miedo de arruinar todo.
Podía ser feliz solo al verte, pero sabía que tenía que hacer algo y decirte lo que sentía. Aún así me conformaba con poder verte, porque no quería arruinar eso y que luego ya no pudiera siquiera hacer eso. Necesito arriesgarme una vez en la vida y dejar de analizar tanto todo lo que puede llegar a pasar, pero me resulta difícil salir de mi zona de confort.
Escribo esto con la esperanza de que, al reflexionar sobre que lo que puedo perder por mis miedos es mucho más de lo que pueda perder si me rechazas, pueda reunir el suficiente valor para decirte lo que siento. Porque, aunque no quiera admitirlo y que no te conozco lo suficiente, sé que me estoy enamorando...
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noche estrellada
Short StoryEste apartado contiene algunos de mis relatos. Las historias son autoconclusivas y no tienen conexión entre ellas.