CAPÍTULO 1

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La isla de Okinawa está ubicada entre el mar de la China oriental y el Océano Pacífico. Perteneció al reino de las Ryukyu hasta 1879 cuando Japón la anexó a su territorio junto con las demás islas del reino.

Okinawa es tierra de grandes historias y tradiciones. Debido a la influencia del budismo Zen, la mayoría de los habitantes de las Ryukyu eran pacifistas, razón por la cual, habían pocas armas en el reino, lo que favoreció el surgimiento y desarrollo del Karate como alternativa de defensa ante las continuas amenazas extranjeras. Dicho arte marcial pasaría a ser parte fundamental de la cultura japonesa una vez conquistadas las Ryukyu.

La pesca de perlas es una de las tradiciones de Okinawa, las amas o mujeres buceadoras, también llamadas Umincho; son pescadoras que se sumergen en el océano en busca de perlas. Las amas más jóvenes reciben el nombre de Koisodo y pueden sumergirse aproximadamente a cuatro metros de profundidad. Las Amas que tienen entre 15 y 20 años son llamadas Nakaisodo y son capaces de sumergirse a una profundidad de entre 4 y 7 metros. Finalmente, las amas más experimentadas son conocidas como Ooisodo y son capaces de sumergirse hasta a 20 metros de profundidad. En algunos lugares se les llama Kachido a las buceadoras principiantes y funado a las experimentadas.

La pesca de perlas es en su mayoría una tradición de mujeres. Las características del cuerpo femenino les permite utilizar menos aire para llenar sus pulmones, por otro lado, la mayor proporción de grasa, adecuada para la crianza de los bebes, hace que las mujeres tengan mayor tolerancia a las bajas temperaturas. En décadas pasadas las amas solían bucear desnudas ya que las prendas dificultaban la inmersión, no obstante con el paso del tiempo y tras la presencia ocasional de merodeadores, las amas comenzaron a utilizar un fundoshi para cubrir su zona púbica.

En el sur de Okinawa hay una gran cantidad de cavernas que se han formado gracias a la erosión de la piedra caliza, también hay muchos arrecifes de coral que son el hogar de diferentes especies de peces; en ellos cientos de pescadores encuentran su sustento diario.

En la playa, un joven pescador, Alto, de cabello oscuro, grandes hombros y ojos negros; regresa de su ardua jornada. Camina despacio, con la mirada baja, extenuado por el trabajo. En su camino por la orilla observa como el agua baña sus pies, sus cansados pasos remueven con dificultad la arena de la playa. no había tenido un buen día, ni un buen mes, ni un buen año. Su nombre era Shun, tenía 19 años, su padre había muerto hace 1 año y su madre se había marchado hacia 6 años con un hombre adinerado que viajaba por el mundo en busca de las mejores perlas, desde entonces no tuvo noticias de ella.

Shun se levantaba todos los días a las 4:00 de la mañana, se echaba un poco de agua en la cara y caminaba por la playa hasta el muelle de Naha en donde abordaba un barco pesquero en el que trabajaba desde la muerte de su padre. El capitán del barco era un hombre avaro y con un muy mal sentido del humor, acostumbrado a retener el salario de sus empleados 4 o 5 días más tarde de lo acordado. su nombre era Makoto. Cuando Shun subía al barco, Makoto lo recibía con un mal chiste, Shun contestaba con una sonrisa forzada. No obstante, lo peor del capitán no eran sus chistes, Shun abría resistido todos los chistes flojos con tal de conseguir el dinero suficiente para sobrevivir, pero en realidad habían días en los que pasaba hambre.

-Debemos remendar las redes rotas, y reparar las fisuras en el barco, -decía Makoto-. Me costará una buena cantidad de yenes -continuaba-. Ya no pagan lo mismo por los pescados, los tiempos se han puesto difíciles, -.

Makoto lanzaba sus comentarios al viento asegurándose que toda su tripulación lo escuchara. Las palabras de Makoto tendrían eco a la hora del pago, cuando el capitán repartiera una miseria a todos sus empleados; a todos menos a cinco pescadores de su círculo cercano, pues tampoco era un idiota y sabía que por lo menos debía rodearse de unos cuantos amigos para librarse de un posible motín.

Ese día no había sido la excepción, después de su acostumbrado discurso sobre los tiempos difíciles, Makoto le dio a Shun el pago por su trabajo, una miseria como de costumbre. Luego intentó bromear con el muchacho pero Shun ya no estaba de genio para aguantar estupideces. El joven Caminó por playa mientras pensaba en lo cansado que estaba y en el hambre que tenía. Sin embargo, un pensamiento aún más fuerte retumbaba todos los días en su cabeza durante sus recorridos de regreso a casa. «¿Como me pudo abandonar?, uno no puede ir por la vida dejando a los hijos sin ningún remordimiento», mmm.. suspiró. «Si mi propia madre no me pudo amar, nadie lo hará»

Algunos años atrás, Shun solía salir a trabajar con su padre Takeshi. Eran parte de la tripulación de un gran barco pesquero en el que recibían un salario decente. Los dos fueron despedidos Cuando Takeshi enfermó. Su madre atendía un puesto de pescados en el mercado y al anochecer se reunían todos en la pequeña choza junto a la playa. La relación de sus padres era buena, o por lo menos eso parecía. Tras la cena, sus padres iban juntos al dormitorio como cualquier pareja, solo discutían de vez en cuando, lo cual es algo normal en todos los matrimonios. Antes de la partida de su madre, las discusiones fueron más constantes e intensas hasta que un día ella no se quedó a dormir en casa. Una semana después recogió sus cosas y le dijo a Shun que debía ausentarse por un tiempo, pero nunca regresó. Shun la esperó desde el día de su partida, pero ella ni siquiera estuvo presente en el entierro de Takeshi. Después, los rumores de sus amoríos con Mamoru, el más afamado comerciante de perlas de Naha, se extendieron por toda la ciudad.

Mientras meditaba en la partida de su madre, se detuvo a pensar en el oficio de Mamoru. «Si mi padre hubiera conseguido las perlas que tenía ese hombre, mi madre no se hubiera marchado» de inmediato se arrepintió de su conclusión, fue como justificar la actitud de su madre, como si el sentimiento de amor por su esposo o por su hijo no hubiera tenido la menor incidencia en su decisión, entonces se sintió confrontado y se enfrentó a aquella idea, al amor como elemento accesorio del matrimonio.

El hambre y el cansancio habían hecho que Shun buscara alternativas laborales, no soportaba un día más los comentarios de Makoto. Llevaba algunos días pensando en la pesca de perlas, «Las perlas son muy valiosas y están allí en el mar, solo tengo que ir a tomarlas». Sintió que había desperdiciado mucho tiempo esforzándose por miserias. «Mañana será un gran día para comenzar mi nueva vida» pensó mientras entraba a su pequeña y acogedora choza, el único recuerdo de su familia.

A la mañana siguiente, Shun Se levantó muy temprano, a las 4:00 como de costumbre, sin embargo no iría al barco de Makoto y pensó que sería muy difícil buscar perlas sin los rayos del sol iluminando el océano. Finalmente decidió dormir un poco más, aunque en realidad, estaba muy ansioso y no pudo volver a conciliar el sueño, se echó un poco de agua en la cara y se sentó frente al mar mientras meditaba en cuál sería el mejor lugar para encontrar ostras.

Con los primeros rayos de sol, Shun preparó una gran bolsa en la que pensaba recolectar todas las ostras que encontrara. Cerro la puerta de su choza y se dirigió al mar. El agua estaba fría, le dio escalofríos con tan solo meter los pies. Finalmente sumergió su cabeza e intento ver por debajo del agua. Toda su vida había trabajado en barcos, pero eso de buscar ostras en el fondo del mar era algo desconocido para él. «Debo ir a lugares más profundos» pensó mientras nadaba mar adentro.

A unos 20 metro de la orilla, Shun se sumergió he intento tocar la superficie, no obstante el aire de sus pulmones solo le permitía aguantar 30 segundo bajo el agua. Fue cuando comenzó a darse cuenta que la tarea no debía ser tan fácil como la había imaginado. «No solo necesito hallar el lugar preciso donde se encuentren las ostras, también debo aumentar mi resistencia bajo el agua, de otro modo no lograré sacar ninguna».

En ese momento recordó una conversación que habían sostenido sus padres unos años atrás; discutían sobre la posibilidad de trasladar el puesto de pescados un poco más al sur de la isla, puesto que allí, los comerciantes de perlas compraban sus preciosas joyas a las amas, razón por la cual, era uno de los puntos más concurridos de Okinawa.

Shun había oído hablar de las amas, sabía que eran mujeres dedicadas a la pesca de perlas, también había escuchado que recibían entrenamiento desde niñas y que no era muy fácil acercarse al lugar en donde buceaban ya que siempre había un hombre que las acompañaba y repelía con fiereza a cualquier extraño. Fue así como decidió dirigirse al sur de la isla teniendo el suficiente cuidado para no encontrarse con las buscadoras de perlas.


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⏰ Last updated: May 31, 2017 ⏰

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AMA, MUJER DE MARWhere stories live. Discover now