El ansiado y esperado domingo para Pablo llegó. Decidió dedicárselo todo a Marcela y así fue como desde temprano llegó nuevamente adonde su mamá vendía la leche, y así saber que pasaría cuando llegara doña Irene a traer la suya; pero sucedió lo mismo del día anterior, doña Irene no llegué. El resto de la mañana lo pasó empujando al tiempo, para que llegara pronto la hora de juntarse con Marcela en el parque.
Treinta minutos antes de las tres de la tarde Pablo salió de su casa hacia el parque; previamente se había peinado como cinco veces, arreglándose el rulo que usaba sobre la frente, el que cada vez que se peinaba se lo desarreglaba, hasta que con la ayuda del peine y la otro mano lo logró, La barra del desodorante se la pasó más veces de lo usual y el piso supo de la fragancia de su loción, pues de tanto echarse hasta la botó.
Cuando iba saliendo se despidió de su mamá y de su hermana, ellas se quedaron haciendo:
-ahhhhh...ahhh...
Isabel le dijo a su mamá:
-Mami Pablo como que anda muy enamorado, lo he notado raro y ahora se echó todo el ropero encima.
-Me alegro por la chica, pues así como está de enamorado Pablo, ya la quiere demasiado.
Pablo llegó al parque ecológico, se fue al centro del mismo aunque todavía faltaba veinte minutos empezó a buscarla con la vista, de pronto se recordó que no habían quedado en un lugar específico y se puso a buscarla en las esquinas, en el centro y en las calles laterales. De pronto notó que habían pasado diez minutos de la hora pautada y empezó a sentirse nervioso y preocupado. Se dio cuenta que no había buscando en las bancas y hacia ellas se dirigió; en una de las bancas más alejadas del centro la vio sentada corrió hacia ella, se colocó detrás de Marcela y le hizo cosquillas en el brazo, ella lo sacudió para quitarse la molestia, Pablo lo volvió a hacer cosquillas y ante la insistencia ella volvió a ver hacia atrás y cuando lo reconoció no puedo ocultar su felicidad. Él le dio la vuelta a la banca; al estar a la par de ella la saludó y se sentó a su lado diciéndole:
-Vaya que la encontré Marcela, ya estaba asustado porque pensé que no la iba a encontrar o que no iba a venir.
-Yo también estaba asustada, pues ya se había pasado la hora y usted no aparecía.
-Lo bueno es que ya estamos juntos, ahora aprovechemos el tiempo, no sabe lo feliz que soy al estar a su lado.
-Muchas gracias por lo que me dice, creo que también siento lo mismo y hoy quería verlo.
-Sí, nunca había conocido a un muchacho como usted, cariñoso y muy educado, la mayoría no son así, a veces son un poco malcriados.
-Pero, fíjese que yo sí necesito verla seguido y platicar bastante con usted.
-¿Sabe qué joven?
-No me digas joven, dime Pablo, y ya no me trates de usted, ¿de acuerdo?
-De cuerdo Pablo, ¿Sabes qué? te quiero pedir un favor, mientras platicamos acompáñame a hacer un mandado a mi mamá.
-¿A dónde es?
-A buscar a doña Magdalena, la señora que le vende la leche todos los días a mi mamá.
-Y ¿para qué? -Preguntó Pablo un poco nervioso.
-Es que mi mamá le debe dinero y desde hace días ya no ha ido a comprarle porque todavía no le ha podido pagar. Mi papá le debe una cantidad similar de la pensiones atrasadas a mi mamá, él le ofreció dárselas dentro de unos días y eso le voy a decir a doña Magdalena, que cuando tenga ese dinero, ella le vena a pagar lo que le debe de leche.