Prologo.
Personas corrían hacia todas partes, huyendo despavoridas, tratando de no encontrase con su ira.
Con cada paso que él daba, todas las personas se apartaban con miedo, no querían ser el blanco de su frustración.
La bestia, llamado por el obvio encuentro; abrió las puertas con una fuerza descomunal, entró al vestíbulo y exclamó:
— ¿Donde la tienen? —Ladró con furia.
— Aquí mismo joven, solo tiene que observar —Dijo el hombre con malicia, señalando hacia la derecha.
Lo que vio fue el punto final a su autocontrol y su fuerza.
Su peor miedo lo tenia a tan solo unos pasos de él.
Ella lo miraba, pero en vez de la mirada de amor, el vértigo inundaba sus fracciones.
Oh, ellos iban a pagar muy caro por esto.
En ese mismo instante, descubrirán el porqué de su nombre, y no de una forma muy agradable.
