Prólogo

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Era una fría noche, siete esposas de Samu, rey del quinto reino del planeta Tagot, estaban a punto de dar a luz. Entre ellas: Sofía, la reina y madre primera y Hamah, décima esposa del rey. Todas embarazadas de al menos cinco crías. Pero Sofía tenía problemas con su parto, la quinta criatura estaba en desventaja y era pequeña y débil, tanto como también lo era la quinta criatura de Hamah.

Los hijos nacidos de Samu eran bañados por las protectoras de las esposas y resguardados en una sala especial para ellos, pero luego y para probar que eran hijos merecedores del sello real, tendrían que sobrevivir la primera noche, por sí solos.

Sin embargo, Hamah quería asegurarse de que todas sus crías sobrevivieran, estaba cansada de perder hijos, ya se le habían muerto seis cachorros y no quería sufrir más pérdidas, por otro lado sentía un terrible odio hacia Sofía, un odio que se hacía tan obvio con solo mirarla. La odiaba por ser la favorita, la odiaba por ser la más hermosa, por ser la más sabia, por ganarse tanto el respeto como el amor del rey. Samu, y aunque ella lo había intentado, solo la quería como querría a una concubina, nunca como a una esposa o una reina... pero si podía hacer que Sofía perdiera crédito por ser la esposa más fértil de las treinta y siete, lo haría sin vacilar.

Esa noche entró a la sala de las crías, treinta y tres en total, fue directamente a donde estaban las suyas: una, dos, tres, cuatro... seguían respirando... pero la quinta... la quinta, la más débil y frágil, la pobre pequeña había muerto. Estaba fría, tal como la noche, pero lucía como si durmiera, una hermosa hembra, débil, pero hermosa... hermosa, pero muerta. Las lágrimas por otra pérdida se asomaban por sus ojos. Sin embargo, cuando iba a tocarla, un pensamiento vengativo le vino a la mente, sin siquiera pensarlo fue a donde estaban las cinco crías de Sofía, la quinta era muy parecida a la que murió, débil... pero hermosa: cabello rojizo, pero no tan rojizo, incluso hasta casi chocolate como el de ella misma, los rasgos de Hamah se habían apoderado de la bebé de Sofía y a sus ojos esta cría reemplazaría a la muerta. Así, muy cuidadosamente, tomó al bebé de la reina con las mantas y la puso en el lugar del suyo y se fue.

A la mañana siguiente vinieron las protectoras junto con las madres para buscar a las crías sobrevivientes: treinta y dos en total sobrevivieron. En recompensa por haber sobrevivido, feron bañadas y colocadas en sus lugares... todas excepto una. La pequeña muerta,habia sido bañada en respeto por quien era, una hija de Samu. Luego, envuelta en sus mantas, fue devuelta en la cuna, pero apartada de las demás

Gee, la protectora de Sofía, escudriñó a la cría muerta. Con aires de sospecha la olfateó, pero no había aroma en ella. Miró con recelo a Hamah que acariciaba dulcemente a sus cinco crías vivas, mientras Sofía, al ver a la quinta, lloró ante su cuerpo como nunca lo haría de nuevo. Samu por fin entró a la sala y vio a su reina llorar la primera perdida en su vida, Hamah pensaba que ahora saborearía su premio, ver el desprecio del rey.

Pero no, Samu no la despreció, porque a diferencia de las otras esposas, Sofía era su amada reina, la primera en su corazón. La amaba y el beso consolador que le dio lo demostró con creces. Gee vio el veneno en los ojos de Hamah y cuando la tuvo sola en el pasillo la amenazó.

- Muy bien, Hamah. Esta noche te saliste con la tuya.

- De qué hablas, gata de monte. – respondió Hamah con todo el veneno de su voz.

- Sé que le robaste la cría a Sofía. Y sé que pusiste la tuya en su lugar. Ahora, dame una razón para no matarte ahora mismo por traición y sedición.

- Porque si lo haces mataré al tigre que proteges bajo tu seno como hijo. Sé que el tal Qat es un tigre que Sofía mantiene a salvo. ¿Qué pasaría si le digo al rey que un kéfir está viviendo entre nosotros? Piénsalo, si esta cría se queda conmigo... él vivirá.

- Espero que tu conciencia te permita dormir, concubina. Porque es lo que hoy digo con certeza. Esta cría... será tu perdición.

- Te equivocas... será mi salvación.

Hamah dejó el pasillo con la frente en alto y sus cinco crías vivas. Aunque no demostró más que desprecio, la amenaza de Gee la siguió constantemente. Por esa razón se ocupó en llenar la mente de la última cría con odio hacia Sofía, para asegurarse que las palabras de la protectora no se cumplieran.

Pero como en todo universo la regla de oro que jamás se rompe habló:

"El camino que tomas para evitar tu destino es el que resulta en llevarte a él"



** Hola a todas y todos!!! luego de muchos años he vuelto con una nueva historia. Sé que a estas alturas deben haberse olvidado de mi jajajaja. Pero espero que esta entrega les guste tanto como MIA o MY ASSASSIN. Las que aun pueden encontrar en mi perfil. Muchos besos y espero que disfruten esta nueva aventura!!!**


ShaunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora