Había pasado un día genial con mis hijos. Habíamos ido a un parque, pero como siempre con un par de guardaespaldas, ya que ser familia de Justin Bieber tenía eso, que siempre te perseguían con cámaras. Pero yo era algo que ya estaba acostumbrada. Aunque a veces fuera muy molesto, tenía que soportarlo. Martha y Drew ahora se encontraban jugando en el comedor, aunque Drew no quisiera admitirlo, cuando estaba solo con su hermana jugaba con ella a muñecas. Cuando veía esa escena moría de la ternura.
Nunca imaginé que mi vida seguiría así. La verdad es que nunca pensé que Justin y yo duráramos tanto, pero estaba muy feliz por ello. Por primera vez en el día miré el calendario. Entonces vi la pequeña anotación que había en ese día.
Cena familiar.
¿Cómo no me había acordado? Vaya memoria la mía. Y ahora ¿Qué hago? No me da tiempo de preparar algo sofisticado para más de 10 personas. Tengo que llamar a Justin pero ya. Aunque no se si me podrá atender, tiene el día lleno de trabajo. ¿Y él tampoco se acordaba o que? ¿Porque no me lo recordó ni nada? Marqué rápidamente su número. No me respondió a la primera llamada. Seguramente seguiría con la presentación del disco o la entrevista que me dijo. Segunda llamada, nada. Fui a la cocina, miré toda la comida que teníamos y la verdad es que no tendríamos para hacer una cena de muchas personas. Suspiré mientras me recogía el pelo en un moño alto, después me dispuse a volver a llamar a mi marido. Pero no me hizo falta volver a marcar de nuevo, porque él ahora era el que me estaba llamando. Atendí enseguida.
-Justin! Tenemos un problema. – le dije con los nervios en flor.
-Tranquila cariño, todo se puede arreglar. ¿Qué es lo que pasa? – dijo el con la voz calmada.
-¿Sabes que pasa esta noche?
-¿Qué pasa esta noche? – parecía que él tampoco se acordaba. Bien.
-Mm… que piensas cuando te digo estas palabras… Cena familiar.
-¿No me digas que es hoy?
-Pues si que te digo que es hoy. Y encima no tengo comida ni tiempo suficiente como para hacerla yo…
-Bueno, eso tiene solución… podemos ir a un restaurante. Solo tenemos que avisar a todo y yo hago ahora mismo una reserva en algún restaurante. ¿Te parece bien?
-Si por favor. Además como que ahora no me apetece ponerme a cocinar como una loca para todos…
-Pues, envíale tu un mensaje a tu madre y a su novio, Selena y Jason. Yo aviso a mis padres y para que vengan mis hermanos también.
-Vale, ¿a que restaurante les digo y a que hora?
-A las 8 yo ya habré acabado con el trabajo de hoy, así que diles a las 9:30h en el Atlantis Restaurant.
-Ok, ¿sabes que te quiero mucho? Siempre eres como mi salvador. Ahora mismo me has salvado de tener que meterme durante e resto de la tarde en la cocina.
-Ya, bueno, no me gusta exagerar, pero soy así, no puedo evitarlo. Me gusta ser Super Bieber.
-Super Creído, eso es lo que te gusta ser. – dije riendo un poco.
-Así me quieres.
-No, así te amo. Recuérdalo siempre.
-Recuerda tu esto… Te amo más que a nada, eres como mi corazón, la que da vida a mi cuerpo, sin ti, yo sería tan solo una alma en pena. Un cuerpo vacío. Pero contigo a mi lado soy el hombre mas afortunado del mundo. – no podía verlo a la cara, ni él a mí. Pero sus palabras habían causado que mis mejillas se ruborizaran.
-¿Como te lo haces para ser tan romántico?
-Solo digo lo que tú me inspiras a decir.
-Será mejor que cuelgue, porque como sigas diciendo cosas así, conseguirás que me ponga más roja que un tomate.
-Conociéndote, ya lo estas.
-Si, la verdad. Bueno, nos vemos a la noche. Te amo.
-Hasta la noche princesa. Te amo más.
-No yo más. – dije y colgué para que no me lo pudiera replicar.
Cuando terminé de hablar con él fui a la habitación de los niños. Le puse a cada uno ropa encima de su cama. Después fui al salón, donde ahora Martha estaba jugando sola a muñecas y Drew estaba estirado en el sofá de una forma muy rara mirando la televisión.
-Drew! ¡¿Así es como te he enseñado a sentarte en el sofá?! – Le llamé la atención, y en un segundo ya estaba sentado bien.
-No… - dijo bajando la mirada. – pero he visto a papá ponerse así.
-Así que papa… Mm… ya hablaré yo con él. – dije mientras me sentaba al lado de mi hijo.
Pasé el resto de la tarde con los dos. Y cuando eran un poco más de las siete y media le dije a Martha que comenzará a vestirse con la ropa que le había dejado encima de su cama. Después le dije lo mismo a Drew. Rato más tarde ambos llegaron de nuevo al salón. Estaban realmente hermosos. Mi hijo llevaba un pequeño traje azul. Y mi hija un vestido morado. Sonreí. Les dije que estaban muy hermosos, y que yo iría a cambiarme también, pero que no se mancharan con nada.