Un toque de magia para los Dursley

403 44 3
                                    

[Nota: esta capítulo es sobre la reacción de los Dursley porque me hacía gracia ver cómo se lo tomarían. Pero en el próximo ya tendremos la boda de Severus y Lily].

Un chico alto y con muchos kilos de más se dispuso a abrir el buzón de su casa, deseando encontrar allí el nuevo número de la revista de videojuegos a la que estaba suscrito. La revista no estaba, pero en su lugar, el chico vio una carta, dirigida a Vernon, Petunia y Dudley Dursley. Él era Dudley Dursley, así que abrió el sobre con sus manazas.

Queridos Vernon, Petunia y Dudley Dursley:

Nos complace invitaros a nuestra boda, que se celebrará el próximo 31 de julio en el Gran Comedor del colegio Hogwarts de magia y hechicería. Para llegar hasta allí, el Expreso de Hogwarts estará a vuestra disposición el día anterior a las 11:00, en Londres, estación de King's Cross, andén 9 y ¾ .

Os rogamos que confirméis vuestra asistencia.

Antentamente,

Lily Evans y Severus Snape.

Dudley poco entendió de lo que había leído, sin embargo, llegó a una conclusión fundamental para él: estaba invitado a una boda que se celebraría en un gran comedor, lo cual significaba que habría un banquete, una ocasión para comer hasta reventar. Y ésa era una de sus mayores aficiones. Así que no podía perdérselo.

El muchacho recordaba que él tenía una tía que se llamaba Lily, pero hacía muchísimo tiempo que no la veía. Petunia, la madre de Dudley, le había dicho a éste que estaba trastornada. Pero al chico no le importaba ir a la boda de una loca siempre y cuando hubiese un opulento banquete.

El corpulento muchacho entró en el salón, sonriendo.

-¿Has recibido una carta, cariñito? -le preguntó Petunia.

-¡Sí! -respondió él, contento-. Es una invitación para una boda.

-¿Ah, sí? -se sorprendió ella-. Déjame ver.

Dudley le pasó la carta a su madre. Y el rostro de ésta, a medida que leía, adquiría un tono cada vez más pálido. Cuando terminó de leer, cualquiera diría que en vez una invitación a una boda, había recibido el aviso de que alguien había muerto.

-Cariñito, vete un rato a jugar al ordenador -dijo Petunia, ya que quería hablar con su marido a solas.

Dudley obedeció. Pero a la hora de la comida, el chico preguntó:

-¿Qué colegio es ése? No me suena de nada.

-Perdona, ¿de qué colegio hablas? -dijo Vernon.

-Del colegio de la invitación, en el que se celebrará la boda -se explicó Dudley.

-¿Invitación? -dijo Petunia-. ¿Boda? ¿A qué te refieres?

-¡A la invitación que llegó esta mañana! ¡Estamos invitados a una boda!

Tanto Vernon como Petunia hicieron una mueca de desagrado. Creían que la manera de solucionar las cosas era hacer como que no habían recibido ninguna invitación.

-¡Ah, eso! -exclamó Petunia-. Mira, cariñito, ya sabes que tu tía está mal de la cabeza. Y el hombre con el que se va a casar, también. Yo sé quién es: un desgraciado de los barrios bajos. Pero claro, Lily lleva tanto tiempo viuda que se habrá cansado de estar sola y le vale cualquiera -su voz sonó muy arrogante-. Allá ella, pero nosotros no vamos a ir a esa boda. Además, ese colegio es una institución para enfermos mentales.

Dudley dio un puñetazo en la mesa, haciendo sacudir el filete de ternera que había en su plato.

-¡¿Y qué más da?! -bramó-. ¡¡Aunque estén locos, darán un banquete!!

La elección de Severus: Entre luz y oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora