Corría y corría...
Trataba de gritar pero cada vez que lo hacia, los gritos se transformaban en susurros, inaudibles para cualquiera. Comencé a desesperarme, no podía seguir corriendo, el aliento se me acababa poco a poco y sentía que en cualquier momento dejaría de respirar. El sujeto que me perseguía era aterrador, parecía que yo tenia algo que el quería y que no pararía de perseguirme hasta obtener lo que quería, o sea a mi o lo que sea que yo tenia. En aquel obscuro y aterrador bosque, el tipo se acercaba cada vez más, sentía miedo e impotencia al no poder correr mas rápido, quería huir de ahí lo mas luego posible, me ahogaba entre mis propios lamentos. Mi pecho subía y bajaba, no podía correr mas, no lo podía soportar más, no, no podía.
-¡¡¡NO PUEDO MÁS!!!-Grite, lo mas fuerte que pude haberlo hecho en toda mi vida, y ese grito, de alguna manera, logro liberarme; fue un grito que jamás creí sacar, que me estaba haciendo un nudo en la garganta, ese grito al fin acababa con todo.
De un momento a otro, el sujeto que me seguía se esfumo, todo ese maldito y obscuro bosque desapareció. Toda aquella escena terrorífica para mi, transformó en algo hermoso; aparecieron dos personas, una mujer de unos 25 años y una niña, una preciosa y sonriente pequeña, ambas estaban muy sonrientes disfrutando de un día soleado en el parque, lleno de árboles y flores de diferentes colores.
Esa mujer... Esa tan bella mujer era mi madre, y la niña, esa feliz niña, era yo. Todo parecía tan perfecto, era como una escena retratada por el mejor pintor de la época... Trate de acercarme, pero cuando trataba de dar un paso algo me detenía, sentía todo mi cuerpo rígido, estaba totalmente inmóvil, hasta que comencé a escuchar una voz que me despertó.-Vamos princesa, despierta.-Dijo una voz conocida, era mi abuela. Pesadamente abrí los ojos lentamente, cuando al fin desperté por completo, me di cuenta que todo había sido un sueño, que digo sueño, una PESADILLA, una terrible pesadilla.
Me dirigí al baño para hacer mis necesidades y lavar mi cara, parecía un zombi.
Baje a la cocina, salude a mi abuela y cogí una manzana verde como desayuno. Al terminar de comer, subí a mi habitación para ducharme y vestirme para ir al cementerio.
-Ya van dos años... Dos malditos años desde que te fuiste Ma... No sabes cuánto te extraño.-Le decía en mi cabeza, mientras miraba su fotografía. Era tan hermosa, su hermoso cabello negro largo, ondulado en las puntas, su cuerpo perfecto y su radiante sonrisa, la que era habitual en ella.
Al sentir lagrimas caer de mis ojos, decidí dejar la fotografía donde estaba y entrar al baño para bañarme.
Era tan esplendido sentir el agua caer en mi cuerpo, esa lluvia artificial que tanto me gustaba sentir. Cuando acabe de ducharme, salí del baño envuelta en una toalla, directo a mi armario. Saque un jean negro ajustado, una camiseta blanca, una chaqueta de cuero negra y mis amadas converse negras.
Antes de vestirme me quede observándome delante del espejo de mi habitación. No podía creer como había cambiado tanto, mi sonrisa se había esfumado, mis ojos ahora siempre llevan ojeras gracias a las pesadillas de todos los días y mi cuerpo, lleno de cicatrices, cortes y heridas sin sanar. Me siento un monstruo, un maldito monstruo que no hace nada mas que derrumbarse día a día, odiándose a si mismo por no poder salir adelante.
Termine de vestirme, cepillé un poco mi cabello, tome mis llaves, mi móvil y me dirigí al cementerio.Emily Jessica Edwards
~Vive como si fueras a morir mañana & aprende como si fueras a vivir siempre~
21/08/1978-29/06/2013
Q.E.P.D-No puedo creer cuanto tiempo ha pasado, tanto tiempo desde que ese hijo de puta causo tu muerte, desde que ese infeliz no fue capas de darse cuenta del error que estaba haciendo, del daño que le estaba haciendo a las personas que estaban a tu alrededor Ma... Nunca te demostré cuanto te amaba, nunca pude devolverte todo lo que tu me diste, todo lo que hiciste por mi, todo...-dije para mí misma.
En este momento siento una impotencia hacia el maldito que le hizo esto a mi madre, el idiota que me arrebato lo que mas amaba en el mundo.
Deje algunas flores y me decide de las viejas; al terminar y dejar todo casi perfecto, me fui al único lugar en el mundo donde podía estar sola, y en paz, "El Puente". Mi lugar secreto, en donde me escondía cada vez que quería escapar del mundo, de este asqueroso mundo el cual había dejado de importarme cuando mi madre se fue.
Me introduje en medio del bosque, por ese antiguo camino de tierra, por el cual ya nadie transitaba. Nunca vi ni un alma pasar por ese puente o cerca de el. Me senté en una de las anchas barandas del puente, mirando el que pasaba debajo de el. Entonces millones de pensamientos comenzaron a llegar a mi, pensamiento tan terribles, tan triste que me impulsaron a moverme un poco mas a la orilla de la baranda.
-¿Que hago aquí? ¿Por qué sigo con vida? Solo soy un estorbo, esta vida ya no tiene sentido para mi, no veo un futuro feliz en mi vida, de hecho ni siquiera veo un futuro para mi. ¿Cuánto mas tengo que llorar para pagar me precio de la felicidad?- Me preguntaba. Sentía como la fría soledad me invitaba a vivir con ella por siempre, sentí al vacio diciendome que fuera hacia el; mi conciencia decía que me olvidara de todo y saltara, al fin y al cabo, así estaría finalmente en paz.
Esta vez acabaría con el sufrimiento, con todo el dolor que me atormentaba día y noche. Me puse de pie en la barandilla y comencé a acercarme a la orilla, di un paso adelante, lista para tirarme, lista para acabar con todo, cuando de repente, una mano me sujeta de la cintura y me tira hacia atrás.
-¿Pero que mier...-No alcance a terminar la frase, ya que al voltear me topé con un chico, hombre adolescente, lo que sea. Pelo castaño, ojos grises hipnotizaban y unos labios delgados algo pálidos, era escalofriante, pero a la vez tranquilizador.
-Solo te estoy salvando de ti misma.- Al decir eso se fue, dejándome ahí, con mil y una pregunta, con un sentimiento que no podía describir, ¿Por qué un extraño querría salvarme?