15. El psicópata de Marcus

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—Annie ¿puedes dejar tu cuadro en el caballete? —le digo a la rubia que está sentada en un banquito—

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—Annie ¿puedes dejar tu cuadro en el caballete? —le digo a la rubia que está sentada en un banquito—. Te ha quedado realmente increíble, me gustaría que toda la clase lo admire. 

La chica se sonroja y asiente con emoción. 

Hoy hemos llevado a la práctica la técnica de óleo y debo decir que a todos les está quedando maravillosa. Me agrada ver la intensidad con la que muchos de los chicos pintan en el lienzo, es fascinante.

—¿Señorita Sanderson? —me llama uno de los mejores alumnos de Marcus. 

Llevo dos semanas dándole clases a todos sus grupos y estoy verdaderamente hecha un lío, pero eso no me ha impedido hacer que mi vida siga andando en una dirección continua. Además, teniendo a Josh a mi lado sé que todo saldrá perfecto. 

—Si, Jason ¿Qué ocurre? —contesto. 

—¿Cuando volverá el señor Being? No me mal entienda sus clases son fantásticas, pero el maestro Marcus ha estado con nosotros desde primer semestre. 

Sonrío. 

—Con certeza no sé, pero espero que vuelva pronto —Me cruzo de brazos—. Y no te preocupes, te entiendo. 

Paso de largo y me recargo en la mesa donde se encuentran absolutamente todos los materiales para la clase, volteo a ver el reloj que cuelga en la pared y observo que han transcurrido dos horas desde que Josh me ha traído. 

Solamente dos malditas horas. 

No estaría tan frustrada si supiera que el castaño no se encuentra junto a Claudia en este preciso momento. Confío en él, pero de todas formas... me cabrea el hecho de que ella esté con él.

Me gustaría contarle como me siento, pero no puedo impedirle nada, es su trabajo y yo no tengo ninguna autoridad para eso, además, Josh ha sido muy comprensible respecto a todos los acontecimientos en los que está involucrado James. 

Doy gracias a la vida que desde que James me ha pedido ser su amiga no se ha vuelto a aparecer por aquí, ni por otro lado. 

No soportaría verlo de nuevo, porque a pesar de que el odio inmenso que se formó en mi interior desde que me dejó plantada se haya  disipado por completo, temo por la estabilidad de mi relación. No me apetece sentir lo que me causa cada vez que me mira como antes lo hacía. 

El timbre suena y dejo que los chicos salgan del gran salón. Me quedo a recoger todos los instrumentos que hemos usado, sin embargo al escuchar la puerta azotarse giro rápidamente. 

Al esperar chocar con los ojos del hombre en que estoy pensando, me llevo una grata sorpresa al ver que es Marcus quien recorre mi cuerpo con su obscurecida mirada. Verlo así, me provoca un escalofrío en toda mi columna vertebral. 

—Marcus... —murmuro, tratando de ocultar mi nerviosismo—. Que sorpresa verte. Imaginé que llegarías pasando Acción de Gracias.

Él se quita su saco color olivo y lo coloca en una de las butacas. 

Cuando eras mía©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora