Estaba atrapada entre cuatro paredes negras. Ya no lo estoy. Ahora estoy atrapada entre cuatro paredes blancas que poco a poco se vuelven de color gris. Pasa el tiempo y las paredes oscurecen. No quiero volver a estar entre cuatro paredes negras.
Sus manos blancas con uñas negras me presionan hacia abajo desde los hombros y unas cadenas me atan los pies. Tienen la llave pero no me dejan salir, y me prometen que algún día me dejarán, pero nunca lo hacen.
Miro hacia abajo y veo el vacío a través de un cristal a mis pies. El cristal está agrietado pero aún no caigo, soy fuerte. Cojo aire y miro hacia arriba, hacia donde quiero ir. Entra demasiada luz y no veo que hay fuera pero quiero salir.
Las cadenas hacen que me pesen los pies y me duele la espalda de empujar sus manos arriba, de aguantar tanto peso, tanta presión. Aún así no me rindo, lo intento aunque no pueda y sé que algún día podré salir.
No quiero volver a estar entre esas cuatro paredes negras y no lo estaré, nunca. Así que cada vez que veo que las paredes se oscurecen las pinto de blanco. Espero que nunca se me acabe esa pintura blanca.
No quiero volver a estar entre las cuatro paredes negras.