V. Cenicienta...

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Natey yo aburridos ya de tanto jugar,nos sentamos en el sofá,eramos losúnicos en el salón,los demás había subido a follar comodesgraciados a esas putas baratas mientras Alexandra y Jordan estabanen la cocina,no sabía muy bien que hacían pero se les escuchabareír,al final la chica no va a ser una amargada después de todo.Miré por la ventana como amanecía y recordé que a mi me importabamás bien poco regresar a esa casa de locos pero a ella si,por esofui a la cocina.

—Alexandraes hora de irse sino quieres tener problemas,aparte de tu jarrónroto—me miró con cara de pocos amigos y con paso pomposo sedespidió de Jordan y nos marchamos.

—¿Mevas a volver a refunfuñar por llevarte en la moto? —preguntépreparándome para la respuesta obvia.

—No,metendré que aguantar y viajar en la máquina del demonio.—Asentídándole la razón y le tendí el casco.

Suspequeñas manos rodearon mi espalda,y arranqué la moto. Durante elviaje,pensaba en Alexandra,que no se movía ni un milímetro Ella erauna chica joven,menor que yo,y de lejos se podía observar quedetestaba a mi familia,y sus razones tendría.

Antesde llegar pidió seguir su camino a pie,así que lo hice. Podríahaberla jodido,pero creo que saltarse las normas,ir a carrerasilegales y a casa de unos de los chicos más peligrosos de Californiaera suficiente.

Porunos arbustos la vi alejarse y yo me limité entrar por la puertaprincipal.

Alexandra

Porfin estaba en casa,y aún las brujas no habían despertado,me cambiéde ropa,y metí en la mochila un par de botas y mi blog de dibujo.Hice el desayuno y limpié con demasiada parsimonia, pues el sueñono me dejaba hacerlo más rápido.

—Note olvides de pasarte después del instituto a recoger el vestidopara la cena en Beverly Hills—eran las siete de la mañana y yaestaba ordenando cosas, que alguien me asesinara por favor.—Hoy noestaremos y probablemente mañana tampoco, pero no por ello vamos adejar que hagas el vago,por algo te pagamos—alcé la cejaincrédula.

—¿Desdecuando recibo yo un sueldo por trabajar aquí?—sonriócínicamente,mientras comía una manzana.

—¿Teparece poco mantenerte? —bufé

—Sí—asentíirónica.

—¿Entoncesde que te quejas Cenicienta? —juro que la mataba,lo juraba porAshton. Terminó su desayuno y se levantó de la mesa—Mi madre teha dejado tu lista de tareas —señaló el frigorífico que teníaun pos-it ENORME y se fue de la casa.

Cincominutos después yo hice lo mismo,pero claramente no iba aclase,descansada ya me costaba atender, no habiendodormido...probablemente los mandaría a todos a la mierda.

Lacasa de Marie estaba a una media hora,pero era la única soluciónque me quedaba. Necesitaba dormir aunque fuesen 3 horas,y ella estabasola en casa,de eso estaba segura. Arrojé una piedra a su ventana yuna chica con cara de mapache me vio y cerró la ventana.

—¿Haocurrido algo? —preguntó algo asustada,y esa normal,yo casi nunca iba asu casa.

—HolaAlex ¡Que maravillosa sorpresa! Pasa hombre,no te quedes ahí—respondí irónica.

Fuia la tienda de reparación,después de vender a muy buen precio unasbotas que tiró Sherry hace unos meses. También recogí el vestidode la señora,estaba muy cansada,las pastillas no me habían hechoefecto,o a lo mejor si,pero era tal mi dolor de cabeza que no seeliminaría con dos analgésicos. Me senté en un banco,aun me sentía sin fuerzas. Saqué el cuaderno de dibujo y observémis creaciones,una me llamó la atención de manera sorprendente,eranunos ojos,esos ojos que soñé no hace tanto,y que ahora que mefijaba,eran los de Martijn...

Cinderella (Martin Garrix)Where stories live. Discover now