#12: Besa una princesa inocente

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Realmente no puedes saber cuan adictiva es Rachel hasta que la besas.

Charlotte ha estado navegando en un mar de besos furtivos y adictivos por varios días y no se siente con ganas de dejar el barco, balsa o lo que sea en lo que se aferra, no todavía, no cuando Rachel usa ese pintalabios rojo que la vuelve loca.

Eso está bien. Rachel la vuelve loca, no es un secreto para ninguna de ellas.

Tiene esos joviales ojos azules y boca de fácil hablar. Tiene manos pequeñas e inquietas que siempre portan cigarrillos y mentas. Tiene familias de pecas por todo su rostro y muchos lunares en el cuerpo, ella es su constelación favorita. Tiene dientes manchados por el tabaco y un piercing en su labio inferior, uno que le gusta jalar cuando la besa, uno que siempre está frío. Tiene una risa ronca y palabras tontas, su cuello luce acogedor a sus ojos y cuando baja la voz para contarle un secreto todo se vuelve cálido y tranquilo alrededor. Rachel es poseedora de una mente hermosa y de mentiras que suenan dulces.

Rachel ha estado apoderándose de su cordura y está amenaza con dejarla. Es reciente que Charlotte quiera pasar sus tardes olisqueando la vainilla en su cuello.

Charlotte percibe el encaje de dientes que sufre su hombro izquierdo y entonces vuelve a la realidad.

Susie la ve alegre, soltando chispas sin razón aparente.

—Ew, Charlie sabes del asco—masculla limpiando la punta de su lengua con la manga de su suéter.

—Nunca te dije que me probaras—Charlotte se encoge de hombros.

—Quería traerte a la realidad para decirte que tenemos que hacer un ensayo en parejas y naturalmente, yo soy la tuya ¿Tu casa o la mía?

No le deja opción. Frente a ella sus compañeros se pasan hojas de papel blancas con instrucciones y por unos segundos se pregunta en qué jodida materia están.

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Susie no se calla en todo el maldito camino, parlotea sobre lo buena que será la graduación y repite la palabra "legendaria" al menos unas 8 veces.

El silencio de Charlotte debería darle una pista de que no está de humor para hablar, y si es que Susie se da cuenta de ese detalle, finge no hacerlo.

Todo es normal entre ellas, por fuera así lo parece. Susie habla, se apoya en ella y la mira a los ojos, ni una sola pisca de remordimiento o culpa. Esa chica parece no tener culpa.

Charlotte piensa en lo que para ella es obvio, Adam y Susie llevan tanto tiempo en eso que ya es fácil mentirle y pasearse con ella sin parecer culpables. Talvez lo estuvieron un tiempo, culpables, talvez en algún momento. Charlotte no debió haberse dado cuenta.

—Esto es tan aburrido, no se por que a la gente le gusta hacer tarea—suspira Susie con cansancio, recostada en la cama matrimonial de la rizada, luego de aproximadamente media hora de trabajo y dos sándwiches de jamón y queso de dudosa procedencia—Estoy tan cansada y aburrida que voy a desintegrarme en polvo y moriré.

—Literalmente a nadie le gusta hacer tarea.

—Exacto, pero si a nadie le gusta no se porque sigue existiendo, ¿Cuál es el propósito?

—Misterios—suspira Charlotte con aire dramático, dedos en el teclado y su mente trabajando a una velocidad poco recomendable, buscando información que sirva para su trabajo.

—Y tu cama es tan suavecita y comodita, ¿Dónde consigues camas así?

Charlotte bufa por lo bajo, nota en el reflejo de la pantalla que Susie ha comenzado a dar vueltas y acurrucarse en sus sábanas, el aburrimiento es poderoso.

Al besar una princesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora