—De la inestabilidad que ha habido en Armenia todos estos años. La desesperación en la que quedó sumida la población—contestó Luke con sus ojos bien abiertos y el señor Clay asintió.
—Lo siento, pero jamás supe nada de eso. Mi familia y yo estuvimos lejos de todo ese caos. Vivíamos solos, en una cabaña fuera de la ciudad.
—Y tuvieron mucha suerte—Dijo Charlotte.
Hubo silencio por unos segundos y entonces Luke se atrevió a preguntar lo que todos estábamos pensando.
—¿Y por qué nos cuenta todo esto justo a nosotros?
—Tengo un plan. Y ustedes deben ayudarme—nos dijo a los tres.
¿Cómo podríamos ayudarlo a el? Éramos simples jóvenes inexpertos. Nuestras vidas habían cambiado repentinamente y nos pedían que lucháramos contra nuestro país de origen. ¿Qué tan útiles podríamos ser?
—Chicos, lo que ustedes no saben es que yo también soy Armenio. Soy de los pocos profesores que han logrado llegar hasta aquí. Y todos confían en mí. Creen que he renunciado a mis orígenes y puedo declararme azerí sin ningún problema. Pero yo también dejé familia, y deseo volver a ella. Sé que la guerra no es ninguna solución diplomática y que debe acabar pronto. Y sé que ustedes piensan lo mismo. Son armenios de nacimiento y defenderán a su país. Así que aunque seguirán órdenes de sus superiores, todos ya tendrán instrucciones anticipadas de mi parte, y sabrán que hacer.
Los tres nos quedamos en silencio. Yo seguía procesando todo en mi cabeza, tratando de entender como tres chicos y un profesor podríamos contra todo un ejército.
–Quiero aclarar que esto no significa que vayamos a acabar con la guerra, claro que podríamos intentarlo, pero somos demasiado pequeños como para acabar con algo tan grande. Lo único que haremos será salvar a nuestras familias y volver a ellas.– terminó de decir el profesor.
Un nudo se me hizo en la garganta. Era a lo que había estado dándole vueltas desde que había llegado ahí. Pensando en cómo debería sentirse mi madre sola, después de que le hubieran arrebatado a sus tres adorados hijos, y matado a su amado esposo. Sin dudarlo miré al profesor y le dije lo que mi mente y mi corazón ya estaban dispuestos a hacer.
—Yo acepto. No importa el riesgo que deba correr, haré lo que sea para salvar a mis hermanos y devolverlos con mi familia.
Luke me miró y con un gesto de ternura y compasión se dispuso a hablar.
—Sé que esto es arriesgado, pero estoy dispuesto a ir si Jane va—el señor Clay y Charlotte lo miraban anonadados— No tengo por nada más que luchar ni nada que me importe más que tú — dijo mirándome esta vez.
Sus palabras calaron hondo en mí. Creo que fue ese momento, el primero de varios más, que pude sentir que lo quería conmigo el resto de mi vida. ¿Cómo puedes importarle tanto a alguien que apenas y te conoce? ¿Cómo puede decir que es lo único que le da valor a su vida? Fue la primera vez que me sentí especial y querida así por alguien. Y un sentimiento así es difícil de ignorar.
~*~
Salimos del salón con muchas cosas en qué pensar. Los tres estábamos callados, considerando todas las posibilidades que se abrían con la estrategia del señor Clay. No estaba segura de que funcionara, pero ¿qué más quedaba?
Miraba a Luke, tan serio y distraído...Y no podía dejar de pensar en su bonita sonrisa, y en cómo se me olvidaba todo cuando la veía. Quería verla otra vez.
Pero entonces un accidente fortuito me hizo poner la mente en otra cosa.
Alcancé a ver a Jack, del otro lado del pasillo, fuera de una puerta, sentado en una banca y apoyado sobre sus rodillas. Se frotaba el cabello con sus manos. Se veía desesperado.
No pude evitar acercarme. Llámenlo accidente, casualidad, o coincidencia. O véanlo como justo lo que debía pasar.
—Hola Jack— dije tímida pero parecía no inmutarse ante mi presencia. Es más, parecía no notar que estaba allí– ¿Estás bien?— pregunté un poco más fuerte, esperando que esta vez me escuchara.
Y por fin volteó a mirarme. Sólo que ahora no veía ese brillo en sus ojos.
—No, no lo estoy.
—Emm... ¿Qué pasa? ¿Te puedo ayudar... En algo?— fue lo único que logre decir. El jugaba con sus manos.
—Lo mismo me pregunto, y ese es el problema. Si yo puedo hacer algo por ti— su gesto de preocupación me inquietaba, aunque seguía sin saber a qué se refería.
—¿Qué quieres decir?
—Ven, siéntate—dijo mientras se deslizaba a un extremo de la banca— debo decirte algo. —suspiró y continuó— No tengo las palabras para decírtelo, así que solo lo diré...
Me enviarán como comandante de infantería a la guerra. En un par de meses.Silencio. De mi boca no salieron palabras. La verdad es que yo ya lo sabia, así que no sabía qué decir.
—No pareces sorprendida—comentó.
—Es sólo que no sé qué decir. Es horrible. Es una terrible noticia.
—Y hay algo peor. Planean enviarte a ti también.
De nuevo no supe que contestar. Sólo me agaché y fijé la vista en el suelo.
—Jane, no sé hacer. Juro que haré lo posible por evitar que vayas, por protegerte— entonces bajó la mirada y tomó mis manos — mírame—dijo tomando mi barbilla—quiero que seas feliz y salgas de todo esto. Te prometo que haré todo lo que esté en mis manos.
Sólo lo miré a los ojos y esbocé una sonrisa de gratitud. Sin embargo ya no sabía que era lo mejor. Claro que tenía miedo, que prefería quedarme en esa escuela militar que ir a una guerra real. Pero entonces me iluminó un destello de claridad. Recordé que mi motivación principal era mi familia, y que no podía pensar solo en mí, que debía protegerlos a ellos.
Pero todo eso no podía decírselo a Jack... ¿O sí?
Él era azerí y seguramente no apoyaría mis planes. Además por lo que había dicho el señor Clay, era estrictamente confidencial, y así debía mantenerlo.
Así que seguiría con los planes. Sin decir nada a nadie más.
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El precio de una deuda
Исторические романыEn Armenia, las cosas no podrían estar peor. Ese bello país, que alguna vez disfrutó de paz y seguridad, se ha convertido en un lugar lleno de desesperación y tristeza, pues las medidas "necesarias" que se habían tomado para saldar una deuda, comien...