Parte 1 La Voz

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Quinn se despertó en una habitación grande, sucia y con muebles muy antiguos que parecían sacados de una telenovela. La sala estaba muy oscura, había dos lámparas, aunque una de ellas estaba fundida y no podía iluminar el fondo de la habitación. No tenía ni puertas ni ventanas y no se escuchaba ningún ruido del exterior. Quinn estaba tumbada en el suelo, estaba muy mareada y confusa, no sabía como había llegado hasta ahí. Se incorporó y vio que había más personas en la sala. Quinn empezó a buscar salidas, pero se puso muy nerviosa y decidió despertar a los demás en busca de respuestas. Por desgracia, ni Shelby, ni Noah, ni Derek, ni Maya sabían como habían llegado hasta allí, ni dónde estaban.

Shelby: No consigo entender porque estamos aquí. Ninguno somos ricos, ni importantes...Vamos por lo menos yo no.

Derek: Puede que tengamos algo en común que no estemos viendo y eso sea la clave para descubrir la verdad.

Noah: Igual a todos nos gustan las patatas fritas- Dijo burlandose.

Quinn: No es momento de bromas, puede que estemos secuestrados o algo peor, asi que o colaboras o cierras el pico. ¿De acuerdo?

Noah asintió.

Maya: Puede que nuestras profesiones tengan algo que ver. Yo soy médico forense.

Derek: Buena iniciativa, yo soy investigador privado.

Quinn: Yo trabajo de dependienta. ¿Y tú, Noah?

Noah: Ehh... Yo soy... Soy veterinario.-Dijo de manera poco convincente. Y para cambiar de tema añadió: Esto es una tontería esta claro que no estamos aquí por nuestras profesio...

Una voz serena pero misteriosa interumpió a Noah diciendo: No discutais.

Todos se quedaron en silencio esperando a escuchar esa voz otra vez más durante unos segundos, hasta que Shelby rompió el silencio:

Shelby: ¿Qué ha sido eso?-Dijo asustada.

Voz: No os asusteis.

Maya: ¿Nos has secuestrado tú? Eres tú el secuestrador, ¿verdad?- Dijo gritando y enfadada.- ¡Contesta joder!

Voz: Ehh, sin palabrotas, yo estoy siendo respetuoso y bueno con vosotros. Tanto que os voy a hacer un juego para que os divirtáis. ¿Os gusta jugar a los médicos?

De repenté una puerta con cerrojos se abrió, nadie fue corriendo hacía ella, porque un hombre les estaba apuntando con una pistola. Este iba vestido todo de negro con una sudadera, un gorro y una máscara, no tenía nada que les ayudara a identificarlo. El hombre dejó unas camillas tapadas por viejos trapos y empezó a dispararlas, los trapos se empapáron de sangre y se oyeron gritos y llantos de sufrimiento. Cuando el hombre se fue, todavía apuntandolos con su pistola, todos corrieron hacia las camillas y las destaparon. Algunos estaban paralizados, otros lloraban y otros temblaban por lo que se escondía bajo los trapos.






¿Quién quiere jugar?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora