11. Derrota.

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El Potter, para sorpresa de todos los presentes, tan solo había logrado decir aquello antes de caer inconsciente y Severus solo pedía a Merlín que despertara para explicarse. Ninguno podía creer que Harry "el indomable" Potter hubiera aceptado, sin ningún tipo de engaño de por medio, la idea de hacer un contrato con de bestia Severus.

Pero tan solo para tormento de todos el ojiverde permaneció fuera de juego logrando que todos se concentraran en tratar de mejorar la situación. Draco se había asegurado de revisar las protecciones tanto de la mansión Malfoy como de la honorable casa Black, cambiando las de la segunda por unas de alerta máxima, pues no se arriesgaría ni por un momento la seguridad de Harry. Ese maldito no entraría nunca más a su maldito territorio. Ellos de verdad necesitaban un lugar seguro.

Aquella había sido la última vez que el vejete chocho logro vencer las protecciones. El había jurado, con la marca en escondida permanentemente en su cuello, que protegería a su mejor amigo.

Severus, por su parte, apenas y se había separado de su pálido y frio novio, pues el Potter aun no regresaba del todo a ser humano, para comer o ducharse. Ni siquiera la idea de experimentar con pociones había logrado que se moviera.

Todos sabían que Harry no volvía a ser él porque el dragón estaba herido. Las bellas escamas en su cuello y pecho de un claro tono azulado, como el hielo, pero tan brillantes como el más pulido de los diamantes, demostraban claramente la situación del joven.

Mientras que Bellatrix y Remus habían decidido quedarse en la mansión, en caso de que Dumbledore se acercara lo suficiente a Harry para reponer el collar, sabiendo de antemano, que un ataque igual, con la misma duración, seria mortal para su pequeño y brillante protegido.

Esa amenaza tuvo a Tom en constante alerta. Él sabía que si alguien podía hacerle frente a la vieja pasa, además de Harry en todas sus condiciones, era él. Draco era fuerte, él lo aceptaba pues no se habría enamorado de él, pero jamás llegaría al poder que Tom, Harry o Dumbledore tenían pues ellos eran sencillamente prodigios de la magia. Tres gigantes.

Y al fin, Lucius y Hermione se habían unido apareciendo en la madrugada anterior, mostrándose repentinamente consientes de la desaparición de todos. Ambos habían sido reprendidos de inmediato por el Malfoy menor, quien estaba en posición del mandato de la antigua casa, asumiendo a la vez el rol de hermano mayor de la Black, en la imposibilidad de Harry para hacerlo. Además claro de que el centro de unión era el Potter y no daba crédito a que ambos imbéciles no se hubiesen dado cuenta de su falta de presencia con anterioridad.

La ex Granger había discutido fieramente, sintiéndose avergonzada pero con un delicado "ya basta, cierra la boca. No saldrás de casa a menos que vengas aquí" por parte de un Harry que aun en su sueño parecía estar pendiente de todo, se calmó, haciéndole sentir culpable. Y con justa razón pues mientras su hermano estaba debatiéndose entre la vida y el coma ella solo había estado jugando a la damita en sociedad.

Se sentía TAN estúpida.

– Severus. – Murmuro Harry para el tiempo en el que el profeta llegaba a las manos del Snape, quien ignoro a su novio tras un vistazo en la noticia de primera plana.

"El héroe del mundo mágico ¿Un ser maligno y despiadado? Júzguelo usted mismo"

Leyendo con atención Severus termino arrugando el periódico con furia. Solo eran blasfemias, en contra de uno de los hombres más nobles y fuertes que el mundo mágico había tenido en la historia.

La Era del DragonWhere stories live. Discover now