❀ U N I C O ❀

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Ya no lloraba su partida, no corría ninguna lágrima de sus ojos y su garganta estaba seca. Había dejado de sollozar hace tiempo y dejó que los días pasaran en su habitación, ni siquiera le importaba salir a la gran ciudad.

Hace días que no mostraba una sonrisa y mucho menos soltaba una carcajada, solo dormía sin cesar, sumergido en los brazos del morfeo que ayudaba a apaciguar su dolor. Su rostro estaba demacrado, grandes ojeras se encontraban debajo de sus pequeños ojos, esos que su amante solía decir que adoraba.

Tenía la piel pálida, casi como el papel de todas las cartas que escribió para que él volviera, su cabello que en su tiempo estaba teñido de un vibrante color rojo ahora solo eran unas pocas hebras opacas color naranja deslavado. Sus labios estaban secos y maltratados gracias a todas las veces que intentó callar sus sollozos.

No recordaba desde hace cuanto tiempo estaba solo, ni siquiera estaba enterado de la última vez que se alimentó sanamente, ni siquiera sabía cuantos días habían pasado, sólo era el pequeño chico sumergido en suma tristeza y sufrimiento, en recuerdos y dolores, en besos y caricias que no lo dejaban olvidar.

Aún podía sentir las manos de aquel chico en su cuerpo quien se marchó junto a su corazón, el mismo que había cruzado la puerta sin mirar atrás, ese que tiró todas las promesas y los recuerdos a un vacío sin fin, ese donde Jimin estaba ahora.

Se encontraba en el oscuro y profundo pozo de la depresión y nadie podía ayudarlo, estaba ahogándose en recuerdos y malos momentos, en alcohol y un poco de pastillas para dormir, no se conocía a si mismo.

[..]

El silencio era doloroso, ninguno de los dos decía una palabra, sólo se miraban los ojos en busca de respuestas en el caso de Jimin, quien ahora tenía un río de lágrimas en sus ojos. Mientras tanto Jeon sólo lo observaba sin decir nada, ni un solo sonido salía de sus labios.

—¿Por qué nos haces esto? ¿Por qué me haces esto?—cada palabra de los labios del pelinegro salía con dolor, como si su alma estuviera siendo arrancada, su mirada era vulnerable, su cuerpo temblaba y su rostro era un bello pero melancólico río de lagrimas.

—No sé de que hablas, esto ya había terminado hace tiempo, dejemos de fingir, Jimin. Esto dejó de funcionar.—el tono de Jeongguk era rudo y agresivo, como si con palabras deseara dañar al frágil chico frente a él.

—¡No! Todavía podemos intentarlo, yo te amo, ¿no lo entiendes?—dicho eso, Jimin cayó rendido al suelo sin fuerzas. Se apoyó en sus rodillas y con todas las fuerzas trató de no romperse, pero falló irremediablemente en el intento de conservar la calma.—¡tú eres lo que yo quería, lo que yo deseaba! Teníamos planes juntos, ¡íbamos a adoptar a una niña juntos! Joder, Jungkook, ¿por qué de repente te vas sin más? —su pecho ardía y su corazón dolía demasiado, no podía dejar de llorar, estaba de rodillas junto al hombre que amaba tratando de no gritar.

—¡No! Eso era lo que tú querías, ¡yo aún soy joven para esto! Quiero vivir, quiero divertirme, ¡he pasado toda mi vida junto a ti! Simplemente estoy harto de ti, ¿no captas eso?—el volumen de la voz del castaño incrementó, por primera vez su amado hombre le había gritado.

—¿Qué es lo que dices?—Jimin tomó la valentía y con toda su fuerza se levanto a enfrentar al chico delante él.—¿No querías esto? ¿No querías una vida junto a mi? Te recuerdo que tú me has traído aquí, tú me diste esto, construiste esta vida para mí, dijiste que querías casarte conmigo, tener hijos, ser felices, ¿no lo recuerdas?—Jimin trataba de ser fuerte y defenderse de Jungkook, pero el menor siempre ha sido más fuerte que él.

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