Capítulo XIII [Familia]

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POV Luna.

Nos separamos del beso y él me sonrió.

Creí que sería una sonrisa de satisfacción, una sonrisa morbosa, una sonrisa de ganador, una sonrisa de "me acabo de besar a Luna Valente, la más popular" pero no, era una sonrisa amable, dulce, una linda sonrisa.

— Ven, te ayudo a subir. — comentó para después soltar mi cintura, mi mejilla y alejarse unos pasos.

Al instante sentí un frío en esas zonas, me hacía falta su calor.

¿Pero qué estoy diciendo? Ahg, necesito dormir antes de que otra estupidez pase.

— ¿Cómo voy a subir eso? — miré atemorizada el árbol y el rió.

— Ya verás. — se acercó a mí y me tomó por la cintura, luego me elevó a la primera rama que se veía resistente y me senté en ella. — Listo, ahora levántate y sube lo que falta. — sonrío.

— Tú estás loco si crees que yo voy a subir este árbol sola. — me aferré a una rama.

— Lo que hago por ti, Valente, lo que hago por ti...— negó divertido y en un dos por tres estaba una rama más alto que yo. — Dame la mano.

Poco a poco fuimos subiendo el gran árbol y en un dos por tres ya estábamos en mi ventana.

La abrí suavemente y entré a mi habitación, él se quedo afuera, recargado en mi ventana.

— Uh, — bufé. — Creo que te debo una, Balsano.

— Me debes muchas, chica delivery. — rió.

— Admito que siempre me salvas. — sonreí sin mostrar los dientes. — Gracias por...ya sabes...estar.

— Siempre estaré para salvarte, chica Delivery, por eso no te preocupes.

La escena era tierna, ya saben, yo en mi ventana y el trepado en un árbol, recargado en mi ventana, parecíamos una típica pareja enamorada, algo que por supuesto no somos.

— Creo que me tengo que ir. — bufó Matteo.

— Si, supongo. — miré hacia abajo.

— ¿Mañana nos vemos? — propuso.

— Si. — levanté la mirada.

— ¿No me vas a dar beso de buenas noches? — preguntó pícaro.

Me puse de puntitas y roce sus labios.

— Si quieres que te bese tienes que pedirlo. — susurré y me aleje de él volviendo a mi posición original.

— ¿Quién eres? ¿Matteo Balsano? — preguntó divertido.

— No. — bajé mi mirada. — Soy la Chica Delivery.

— Buenas noches, chica Delivery. — se despidió y al levantar la mirada y el ya no estaba.

— Buenas noches, chico fresa. — susurré para mí misma.

Sonreí inconscientemente, es lindo tener un amigo como Matteo, alguien en el que puedas confiar.

Me retiré de la ventana y la cerré suavemente.
Giré sobre mis talones y la sonrisa de hace dos minutos se borró.

Mi estante donde estaban todos mis patines estaba vacío, completamente vacío.

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