No te diré y no me dirás

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Una hora mas tarde habían llegado a la casa, Wonho se dispuso a calentar agua en la cocina mientras Kihyun le seguía despacito por atrás, no parecía dispuesto a dejarle espacio y la verdad es que al otro no le molestaba, siguió como si nada acomodando la cafetera y le besó los cabellos que pasaban por cerca de su rostro. Parecía un pequeño tiburón rodeando su presa.

— ¿Café cortado con leche? ¿Te gusta batido con espuma y azúcar? — le asintieron en completo silencio y la pequeña persona se quedó detrás de la espalda ajena, con la frente apoyada.

— No lo entiendes porque nadie le dio importancia. Pero lo sabes y te haces el tonto. — Kihyun había empezado a hablar suave y pausado, pasando las yemas de los dedos por la espalda ajena, agarrándose de las telas. Cuando Wonho quiso girarse para verlo el chico se puso bien detrás para que no pudiesen agarrarlo. El pelinegro se quedó quieto y algo frustrado terminó de hacer el café, caminando a la heladera en busca de leche. Estaba intentando con todas sus fuerzas no enojarse.

— No quiero dejarte escapar nunca. — negó con fuerzas el pequeño chico, apretándose, conteniendo su llanto. El ruido de las tazas siendo apoyadas contra la mesa le hicieron dispersar y miró hacia arriba tembloroso.

— Ya está el café hecho. Voy a traer unas galletitas. Sal de ahí atrás, no te escondas si me vas a hablar. — Caminó a la dispensa y Kihyun le siguió de la misma manera, pero ahora apretaba más fuerte, como si alguien le estuviese tironeando para alejarlo. Wonho no se tardó y enseguida se quiso sentar en la silla para que el chico tuviese que salir de ahí.

— Ah, vamos, no me hagas esforzar para sacarte de ahí. — era gracioso porque Kihyun era demasiado pequeño para que el otro llegara a agarrarlo sin hacer malabares. Al final el pelinegro tuvo que moverse toscamente para sujetarle el brazo y tironearlo hasta que salió como una garrapata. El castaño lo miró lloroso y se frotó los ojos con ambas manos. - Ya no llores. Te vas a quedar sin agua en el cuerpo. - el chico se dispuso a limpiarle las lágrimas con una servilleta mientras le sentaba en una silla, acariciando sus cabellos suavemente, era como tocar el cielo. 

— No tienes que dejarme ir, no es obligación que me liberes tampoco. Estoy bien así. ¿O de qué hablas cuando dices que no lo entiendo? ¿Qué es lo que no entiendo? ¿Qué es lo que sabes de mí que no me doy cuenta? — el rostro del menor iba perdiendo color poco a poco y solo un 'escapaste cu-' salió y todo se puso negro.

Claramente ni consiente ni inconsciente, él no quería bajo ningún concepto que Wonho supiera que él lo sabía. Que le había visto escapar de una mujer que lo había comprado años atrás. Sabía perfectamente que lo habían agarrado y que él se había arrepentido luego de muchas sesiones de entrenamiento. Pero Wonho siempre se hacía el desentendido y parecía haberse olvidado de eso y Kihyun solo sabía que esa mujer era su propia madre que lo había comprado antes de su graduación por infinitos ceros en las cuentas bancarias, no había otra información, él había heredado muy bien la facultad de esconder secretos. Y su madre se suicidó dos añoso atrás y se llevó sus secretos a la tumba.

Kihyun había intentado hablar y con ello su presión sanguínea se fue por los pisos al igual que su cuerpo. Solo llegó a ver a su esclavo yendo hacía él para agarrarle antes de que caiga. Lo habían sujetado porque se sentía arrullado por un cuerpo fuerte y macizo.

Cuando despertó estaba en el sillón acostado y Wonho tomaba el café con galletitas. Escuchó el timbre de su casa y con un mareo profundo volvió a dormirse.

Media hora más tarde abría los ojos otra vez, Changkyun estaba frente a su rostro y le controlaba atento, con esa cara que ponía solo cuando estaba trabajando.

Te compro, te tengo [Kiho]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora