Parte Única.

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Alcohol.

En su opinión, el alcohol es maravilloso, como remedio y como vicio, simplemente impresionante. En ambos sentidos los amaba. Por él estaba ahí, sentado en aquella ventana, pensando cómo había llegado a ese momento. Lo principal, claramente, era eso: alcohol.

Le dolía la mano y le sangraban los nudillos, había golpeado la pared de su bar favorito antes de entrar. No recordaba dónde había dejado la moto, o si la había llevado, igual no le importaba en aquel momento.

El alcohol muggle era fabuloso, tenía un nombre muy chistoso, algo Ruso, y para la novena copa no sabía quién era el bartender en turno ni a quién le contaba sobre su amigo del colegio. Ése rubio, medio castaño, que no lo dejaba dormir.

—Era… como mágico ¿sabes? —dijo, mientras le ponían un nuevo vaso frente a él— y ahora, el idiota de mi hermano, me dijo que —suspiró— esa chica..., —frunció el entrecejo, quizá por intentar recordar a la chica o porque la recordaba a la perfección— Prince Brown…, saldrá con él.

No sabía qué hora marcaba el reloj en la pared, no veía ni los números, sólo sabe que el reflejo de las luces en los distintos licores lo confunden ¿eso era un perro? ¿o un niño a gatas? Aún así bebió todo el líquido ámbar que tenía enfrente. Era fresco y le adormeció la lengua mientras la tuvo en la boca, la sensación en la garganta era completamente distinta: caliente y dejaba un cosquilleo placentero.

—A lo mejor están juntos —dijo con dificultad—, cogiendo —susurra—, pero él sabe… que yo sé… que me quiere.

Habla pausadamente, porque la mujer que lo escucha parece entre apenada y enternecida, Sirius teme que no lo entienda y le avergüence preguntar qué dijo. Si, seguramente. Pero el rostro de la mujer cambia a uno asombrado antes de que solo pueda ver el suelo del bar. Le dolía el culo.

—¡Oh! ¡Mira Drake! —escuchó a sus espaldas, «Un imbécil, Canuto, ni te alteres»— ¿Si estabas escuchando sus estupideces? —«Ugh, un imbécil parlante» Sabe que no le pregunta a él, sino a la mujer que, supone, lo escuchaba hace unos segundos— ¡Diablos! ¡No vayas a llorar como el marica que eres!

Y solo eso basta. Sus ojos se encienden y se levanta de golpe, quizá se hubiera mareado de no ser porque estaba inmerso en esos ojos azules. Iba a matarlo. Nadie se metía con Sirius, menos cuando estaba camino al mismísimo paraíso.

El otro chico rió cuando avanzó hasta él, dejó de hacerlo cuando un puño se estampó en su nariz. Se sentía duro, oír ese crujido lo dejó más satisfecho que golpear la pared y no hacerle nada más que mancharla de su propia sangre. El otro chico, Drake, se acercó a ayudar al idiota del suelo, que brincó de una manera muy graciosa, Sirius rió y Drake, el idiota número dos, lo observaba como si estuviera loco «oh, no estás muy cerca de conocer la locura, mi locura», no, solo estaba medio ebrio.

El chico de ojos azules, el idiota número uno, apenas estaba haciendo la mano puño cuando obtuvo otro golpe en la mandíbula. Brotó sangre de su nariz y Sirius volvió a reír con más ganas. Drake no se detuvo a ayudar al idiota #1, lo golpeó en el ojo. Sintió que su corazón abandonaba su pecho y se instalaba junto a su cuenca. «Mierda».

Lo miró y, antes de poder responder, le volvió a golpear en la mejilla. Las luces reflejadas en las botellas de licor finalmente lograron un mareo, uno con caída incluida. Escuchó el grito de la mujer y obtuvo una patada en la frente. Alguien apartó a los chicos mientras él se ponía de pie, sujetándose de un banquillo.

Hubo un alboroto en el que ambos imbéciles gritaron a un par de guardias, dejó billetes en el taburete, quizá mucho más de lo que debía pero ahora no estaba para cuentas muggles, finalmente se acercó al chico de ojos azules.

Alcohol © [Wolfstar]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora