Cuando la soledad liderizar tu vida y la masturbación no es suficiente, el
sexo casual se vuelve la premisa. Sales, conoces, observas, y sin miedo a
ser muy exigente, basándote en tu soltería eliges al que pudiera satisfacer
tus ansias en una noche llena de placer, gemidos y sensaciones. Una
noche rodeada de opciones pero hay una que logra llamar tu atención, te
ve, lo ves, y empieza el juego de decir con la mirada "hoy abriré las
piernas para ti".
La elección fue la acertada, más de uno de la manada intento acercarse
pero al final elegí el que a mi consideración personal tenía mayores
cualidades y atributos. Excelente cuerpo, una facilidad para mover los
labios que incitaban a querer sentirlos en otro lado, una mirada fija e
intensa, bronceado, la cantidad de vellos necesarios para demostrar su
masculinidad. La noche se tornaba interesante, ron y cerveza para todos
los invitados. A pesar de estar segura de lo que quería para esa noche, no
estaba dispuesta a demostrarlo tan fácilmente. Varios se acercaron,
¿Donde dormirás? (Preguntaban) el hecho de estar en una ciudad
diferente a donde duermo principalmente patrocinó el hecho de pasar la
noche probando una colchoneta. "Creo que dormirás conmigo", mencionó
otro de los invitados, de manera coqueta simplemente sonreía y pensaba:
"Sigue creyendo guapo". El número de birras permitidas por una noche se
había completado, el coqueteo había perdido fuerza, una habitación
oscura y fría me esperaba, mi mano me complacería una vez mas esa
noche.
En posición, un llamado a la puerta me anima, al abrir "el elegido"
esperaba impaciente. Sin ganas de perder un segundo, me tumbó en la
cama, me quito la única prenda que arropaba mi cuerpo, y la acción no se
hizo esperar. Acostumbrada a los " " que dominan la ciudad, la habilidad
de este chico me dejo impactada. En menos de 20 minutos habíamos
probado la mitad de las posiciones del Kama Sutra, mi cama se había
empapado de puro liquido esperanzador, con dos orgasmos encimas, el
había decidido no "Terminar" todavía. Extasiada mis gritos y gemidos no
se hicieron esperar, sabía que había un público detrás de la puerta
dispuesto a disfrutar en primera fila del espectáculo pero realmente no
ocupo ni un segundo de importancia en mi cerebro invadido de
sensaciones. La acción que duro un poco más de media hora y llenó cada
segundo de la experiencia, llegó a su fin con un beso sellado en los labios
y una espalda torneada perderse tras la puerta. El sol entró por la rendija
de la puerta y mis ojos más abiertos que nunca, comencé mi proceso
natural de aseo y arreglo personal. Una mirada me persiguió, instigaste y
apuntadora, el número comenzó a crecer, no era una ni dos ni tres, todos
me veían con esa sonrisa picarona que decía: Sabemos que hiciste
anoche. Las risas y algunos susurros llegaron a entorpecer mi vista. Me
detuve y observe mi ropa, ¿donde estaba "La letra escarlata" que
representaba lo que había hecho la noche anterior?. ¿Era un pecado
haber sucumbido a las tentaciones carnales y hoy ser juzgada por eso?
Las aventuras de sexo casual normalmente producen un frenesí extraño y
exquisito. Compartir la cama con alguien que poco conoce de tu esencia y
no va mas allá de lo físico puede resultar una experiencia fantástica o
fatal. La mayoría de los chicos acceden a este evento con mas frecuencia
que la féminas por estar conscientes de que independientemente de la
química que exista o los factores que conducen al sexo ideal, el órgano
femino siempre le dará la posibilidad de masturbarse y "Acabar"
placenteramente. Esa parte es entendible. Ahora bien, cuando una chica
decide irse a la cama con alguien sin saber más de lo que la ropa puede
demostrar corre el riesgo de tener una experiencia traumatica y aburrida o
puede conseguirse con un Nacho Vidal en potencia. El segundo caso
(muy poco común) definía la actividad sexual que había experimentado,
aunque el resultado posterior seria decepcionante. Si bien no se exige una
atención especial post sexo casual, los modales y las buenas conductas
no deberían estar de mas. El trato similar previo al sexo debería ser la
constante. Compartir un día luego de una noche intensa de lujuria, no
tiene unas normas ni un reglamento a seguir. Quedará en la inteligencia,
buenas costumbres y decisiones de los implicados en la aventura.
El sexo casual cada vez es más común. Apoyado en el lema: "No quiero
nada serio" cada día personajes diferentes salen a la calle en busca de
calentar algo más que sus almuerzos en el microondas. Ser parte del
común denominador no te hará exento de la crítica, tu posición personal
predominará y hará que salgas airosa de un evento casual sin repercusión
en tu vida moral. Control de las acciones y de las emociones podrían
asegurarte el éxito en una aventura que muy pocas veces conocemos el
resultado final. Aunque si me ponen a elegir, por ese polvo, pagaría mi
condena feliz.