Capítulo 19.- EN OTRA PARTE

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Si os soy sincera, si. Quería que todas las tardes fueran como esa. Que todas las noches empezaran a las 5 de la tarde. Y vaya noches...

Pero bueno, que me voy del tema. Estaba sonando el móvil, pero yo estaba ocupada (ya me entendéis...) y no lo cogí. Siguió sonando unas dos veces más, ya la tercera lo cogí por que podía ser importante. 

-¿Si?

-Alex, ¿se puede saber por qué no me cogías el teléfono? ¿Me ignoras a propósito?

-Sofía, perdona, estaba...esto...ocupada. Claro que no lo hago a propósito, lo siento. ¿Ha pasado algo?

-Sí, si ha pasado. Pero no te lo puedo decir por teléfono.- se la notaba nerviosa y eso ya me estaba empezando a dar mal rollo- Tenemos que vernos. 

-Pero Sofía, tu sabes que estoy en Madrid ¿verdad? 

-Claro que lo se. Estoy aquí. Quedamos en la estación de tren, que no conozco nada y necesito que me guíes.

Sin poder decirle nada colgó. ¿Qué hacía aquí? ¿Habría pasado algo con Edu? No entendí nada. 

Me daba una pereza sobrehumana tener que levantarme, vestirme, peinarme (por que vaya pelos llevaba) y salir de allí. Qué pereza. 

-¿Ha pasado algo?- preguntó Malú

-Sofía está aquí. Quiere que vaya a la estación de tren a buscarlo. 

-¿Qué hace aquí? ¿No estaba ingresada?

-Se supone... pero algo ha pasado y aquí está. He de ir. 

-Te llevo.

-Pensé que no lo dirías. 

-Idiota. ¿A que ahora vas a pie?

-Te quiero. 

-Si, seguro...

Me acerqué despacio y la besé. "Sabes que si" le susurré al oído.

Me puse lo primero que encontré  y ni me paré a pensar si iba bien o no. Raro en mi, pero así era.

Subimos al coche y fuimos hacia la estación de tren. La vi allí, sentada en un banco, al frío.

Me acerqué a ella y sin decir nada la abracé. Tenía los ojos hinchados de llorar. Venía sola. No pude pronunciar palabra. No supe que había pasado pero tampoco me atreví a preguntar hasta que pasara un rato. La llevamos al piso de Malú y le dije que durmiera en la habitación de invitados (que era donde dormía yo cuando llegué al piso de Malú, pero que ya no usaba...).

No dijo palabra. Dejó las maletas cerradas en el suelo de la habitación, bajó la persiana, cerró la puerta y se tumbó en la cama. Debía ser algo grave, por que aún eran las 6 de la tarde. 

-¿Ha dicho algo?

-Ni palabra...-dije cabizbaja

Malú no dijo nada. Me abrazó y me acarició el pelo. 

-¿Damos un paseo?-le dije- necesito despejarme.

-Claro, vamos. 

Fui a la habitación, di dos toquecitos en la puerta y sin abrir le dije "Sofi, te dejamos sola un rato, espero que estés bien cuando vuelva, te quiero."

Y nos fuimos.

Era consciente de que no podía coger a Malú de la mano por que aún había mucha gente en la calle y como era obvio no podían vernos juntas, pero era lo que más necesitaba en ese momento.

-Ven- dijo.- Vamos a un sitio donde no haya nadie.

La seguí. Fuimos hasta su coche. 

-¿Tienes algún sitio en mente?

-Si, pero ya deberías tener en cuenta que no te lo diré hasta que lleguemos cielo- me sonrió y después yo.

Llegamos a un sitio que parecía desierto, y a lo lejos una casa de madera. Parecía estar como en el medio de la nada.

Las vistas eran preciosas. A lo lejos había grandes montañas que parecían rozar las nubes, y se veían un montón de lucecitas encendidas. Aun que no estuviera aún oscuro era muy bonito aquello.

-¿Dónde estamos?

-Esto, Alex, es mi refugio secreto- dijo poniendo voz de niña pequeña. No pude evitar reírme por aquello. Me animaba de una forma que no era normal.- ¿Entramos?

-¿Me estás diciendo que esta casa es tuya?

-¿Tu me escuchas? Es mi refugio secreto tonta. ¿No me crees?

-Jo, es que me lo había tomado a broma-puse voz de niña pequeña yo también y sonrió.

Entramos en aquella casita. Era muy acogedora. Tenía una pequeñísima cocina y un sofá. Y una pequeña habitación en la que había una cama y un baño. Era como un mini piso apartado del mundo. Sin esperar a que dijera nada me cogió de las manos y me acercó a ella. Nos fundimos en uno de esos besos que esperas que duren toda la vida. Nos íbamos moviendo despacito a aquella habitación. Me tumbó en la cama y se puso encima de mi. Me olvidé del mundo. Ya nada me importaba más que ella. Poco a poco la sentía más cerca de mi. Entre nosotras ya no cabía ni una sola molécula de aire. Estábamos fundidas en una y nada más nos podía separar.

Estuvimos horas allí. Acabé abrazada a su espalda y no pude evitar que se me cayera una lágrima. Ni siquiera sabía por qué, pero no la pude contener. 

-Cariño, ¿estás bien?

-Si...es solo que...mi hermana...- rompí a llorar. No pude más. Todo era tan rápido y tan lento que el mundo se me caía y ni siquiera sabía por qué. No dijo nada más, se giró, me abrazó y nos quedamos allí abrazadas durante un rato. 

-Venga, vamos. Tienes que hablar con ella. 

-Si... Y, Malú

-¿Si?

-Gracias.

-No seas tonta anda. Lo que te pase a ti también me afecte a mi. Esté aquí o en cualquier otra parte. Lo sabes.

-Te quiero.

-Y yo, enana.

Volvimos a su piso. Esta vez, tras dos golpes en la puerta de la habitación medio-abrí la puerta.

-¿Puedo pasar?

-Claro, pasa.

-¿Quieres contarme lo que ha pasado?

-Si. Lo siento, de verdad... Me comporté un poco mal, tendría que haberte dicho algo cuando llegué...

-No te preocupes. Venga, dime que pasa.

-Es papá...-me estremecí.

THE BIGGEST CHALLENGE OF LIFE IS TO LIVEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora