XIV
“Te digo la verdad, hace un tiempo que estoy saliendo con…”
“Escuchaste lo del ataque terrorista de hace unos días en…”
“Últimamente tengo en la mente suicidarme, pero…”
“Creo que llegaré a tiempo…”
“Rayos, me siento fatal. Mi equipo perdió, pero sé que…”
Había ingresado a Red, y por lo visto mi sistema no tenía problema alguno; además, el implante de visión funcionaba de maravilla. En aquel momento le dije a Amy que lo intentara también. Sabía que si mi sistema no presentaba problemas, era más que seguro que el suyo tampoco lo tendría. Después de un tiempo, ingresó.
Escaneé el sector, pero no encontré nada; lo volví a intentar, pero tampoco funcionó. Y yo ahí medio mareado; aun así, seguí en su búsqueda.
Esto no podía ser posible; sabía que tendría que estar cerca. Aún no había alboroto en Paraíso, las redes no decían nada sobre algún hackeo o altercados en la corporación; por tanto, aún no ocurría nada. Aquella cosa todavía no se mostraba.
Todo parecía normal, la gente… No me creerás, pero recién en aquel momento me di cuenta que este lugar estaba plagado, literalmente, de personas. Por el amor del demonio, esto será un caos, me dije.
Creo que fue por lo movido que estaba el lugar, o por el mareo de la última dosis de Ret; quizás porque estaba ahogado en mis pensamientos o algún otro problema de esos que a ti no te incumben y que seguramente ya no recuerdo. Pero ella estaba ahí.
Mi sistema al fin la había detectado; se materializó ante mis ojos.
Aquella madrugada llovía fuerte. Las gotas de agua azotaban masoquistamente los rascacielos erectos de la macrópolis.
—Amy, usa el arma de tu brazo—. Dije en voz baja.
—Por qué; qué haré con ella, amo.
—Solo dispárala cuando creas conveniente.
—¿Ella está aquí?
—Sí.
—¿Y las personas?
—Qué me importa eso.
—Pero…— Quiso agregar algo más. No lo sé, no estoy interesado en lo que dijo.
Ahora resultaba que era el protector de todos los que estaban aquí. Igual, no me importaba nada. Pero, ¿me habrá detectado, aquella cosa?; ¿sabrá que estoy aquí? No lo sé, no me lo preguntes, nadie puede saberlo. Tampoco esperé para descubrirlo. Además, toda esta gente me estresaba.
No, esa cosa no podía saberlo; porque ella no conocía de mi conciencia, pero yo sí de sus movimientos. Creo que era como una especie de vengador, el único en el mundo que se puede vengar aún después de “no existir”, por así decirlo. Simplemente:
—¡Cúbrete!
Me lancé como pude al pavimento mientras llevaba en la mano el portátil, y cuando lo hice, me dio la impresión que el tiempo paró. Puta fortuna, puto tiempo, ¡puta suerte la que tengo! Recién ahora el tiempo se cuelga.
Amy disparó el láser, pero intencionalmente hizo que esté reventara contra el cielo estrellado de la macrópolis. Yo caía al asfalto… gritos por todos lados… gente huyendo— por el sonido estruendoso— del centro de Filish Mort.
Y de pronto, aquel mismo láser violeta—, el mismo que vi en mi anterior encuentro con aquella cosa— recorrió todo el sector de aquella cuadra, una y mil veces, cercenando tanta carne como pudo. Hizo trizas cuerpos, destrozó cabezas y mutiló órganos, dejando a su paso mares de sangre… Todo quedó estático. Creo que tuve miedo.
Y sin percatarme en ningún momento, uno de aquellos láseres lumínicos me alcanzó, desprendiendo el brazo izquierdo de mi cuerpo. Pero a diferencia de la ocasión anterior, en esta nueva oportunidad la dosis de Exa se ejecutó al instante. Créeme ni siquiera saboreé el dolor, simplemente la sangre fue taponada. Mi preocupación en aquel segundo estaba en otra cosa…
Tengo que hacerlo. Estoy deshecho pero tengo que lograrlo. Sé que estoy, desde hace horas, dentro de su conciencia. Solo debo quemarla, solo debo quemarla, solo debo quemarla, solo debo quemarla nada más, solo debo quemarla, solo debo quemarla, solo debo quemarla rápido.
Bueno pues, imagínate esto: un duelo de vaqueros de portátiles, frente a frente, en pleno centro de Fishil Mort. La diferencia esencial con cualquier otro duelo, era que yo sabía cuál era su próximo movimiento, lo sabía porque yo estoy dentro de ella, yo soy parte de su conciencia; sé lo que hará un segundo antes, lo suficiente para adelantarme a ella, ¿no? La destrozaría; la cobarde huiría ¿a dónde?: a otro sistema informático que pueda usar.
Ella solo era un parásito que se alimentaba de otros cuerpos. No era una Conciencia, era una sanguijuela que había estado absorbiendo la información de quienes hackeaba, y la había almacenado de tal forma que había considerado que de pronto ya portaba vida en su interior, que era una entidad biológica como yo o cualquier otra persona. Y que tenía los mismos derechos…
Yo sé cuál es su próximo movimiento, yo estoy dentro de ella, yo lo sé. La encerraré. Ya, ya; en este instante, ahora, en este momento…
—¡Amy!
No recuerdo más. Creo que aquello quedó salvado en mi memoria, porque es un acontecimiento; ya sabes, de esos que nunca deben de olvidarse.
Recuerdo que las sirenas de la policía comenzaban a hacerse presente, pero a voz baja. Estaban lejos, muy lejos en la noche…

ESTÁS LEYENDO
Quemado Rápido
Bilim KurguUna entidad ronda las entrañas de la macrópolis de Filish Mort. El Castor, un famoso hacker de la Unión Oriental, ha logrado extraer un software de la mafia, generando un revuelo en las redes. Por su parte, la organización del crimen, ha contratado...