Capítulo XV

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XV

—Pon la contraseña.

—¿La tienes?

—Sí, pero primero la contraseña.

—Bien—. Dijo, y tecleó en el cofre el pass.

Analicé mi sistema; estaba libre.

—¿Y lo que se te pidió?— Agregó el sujeto como alguien que espera un regalo de cumpleaños.

—Lo tengo, lo tengo. Está en la memoria de Amy, de ella—. La señalé. La tenía tras de mí, como siempre. Ya lo imaginarás, ¿verdad?

—¿Es un contenedor?

—Sí—; y asentí con la cabeza. Luego cargaron las maletas con el pago que faltaba  y las dejaron a un costado mío.

—Bien.

Regresé a mirarla a ella. No quería decirle nada, pero tenía impulsos de abrazar fuertemente su cabecita. No me hagas caso. Es que literalmente mi vida dependía de lo que se ocultaba en su memoria.

—Regresare por ti—. Le dije mientras ella se iba. Quería cumplir la promesa que le hice. ¿Recuerdas?, la del brazo.

—Para extraer la información, deben destrozar mis recuerdos. Cuando usted venga, no seré la misma; igual que usted nunca más será el mismo de ayer o el de hace unas horas.

Maldita la hora en que se le ocurrió decir eso, por qué simplemente no se quedó callada como era su costumbre; pero no, tenía que decirlo. Tenía que decir la verdad… Me sentiré culpable por el resto de mi vida, o al menos, hasta que lo olvide; es decir, dentro de poco, creo.

—Regresaré por ti Amy—. Sí, yo estaba consiente de todo. Sabía que no sería la misma, pero de verdad quería regresar.

Y de pronto, ella sonrió.

Luego subieron a unos autos oscuros y se retiraron. No sé, ahora no me importan los detalles… De verdad que quería regresar por ella.

No sé qué tipo de persona fui ayer, ni exactamente lo que era hasta hace unas horas atrás; qué sé yo.  Pero sí, creo que decir—, o hacer cosas como esas en una despedida—, nos alivió a ambos.

La mentira hace a la vida más llevadera.

***

Quemado RápidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora