Capítulo 6: Distancia

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"AMOLAD no es de mi propiedad, es autoría de The Snipster"

Maia le sirvió de mala gana los huevos fritos directamente de la cacerola, su hermano no tenía ningún plato, solo vasos para el licor, y charolas para botanas, no era como si ocupara más cosas, el hombre se había empecinado en permanecer como un soltero a sus veinticinco años, y ahora se escudaba con la comida para ignorar esos ojos tan verdes como los suyos, que lo taladraban.

— Sabes que se ha rumorado, que ese hombre es gay — soltó con simpleza Maia, mirando de reojo a su hermano, quien se atraganto con la comida al escuchar esa declaración — pero él se niega a dar declaraciones de su vida privada.

— Pues déjame decirte que estaba demasiado ilusionado por mí — se señaló a sí mismo en un gesto pretencioso, su hermana rodó los ojos ante el narcisismo de su hermano — así que no son solo rumores, ese hombre es gay.

— Ahí tienes tú medio de chantaje, tienes el reloj, imagina ¿Qué diría la prensa? — sonrió con malicia la joven, regocijándose al saber que su mente aún era muy maquiavélica.

Leo observo el costoso reloj, la pieza estaba grabada, y la prensa pagaría mucho por una noticia así, pensó en su abuelo, lo que el pobre Davi* sufrió por culpa de la empresa Ardent, y como los últimos años de su vida fueron miserable, ver partir al anciano le costó mucho al joven Spindler.

— Lo haré — dijo con fastidio, la sonrisa de Maia se amplió — ¿Dónde está la dichosa empresa?

— Déjame busco la dirección en maps— comento la joven, sacando su moderno teléfono, no sabía en qué lio se estaba metiendo pero lo manejaría con sus reglas.

Mientras tanto, horas más tarde, Des había dormido un poco, ahora se encontraba revisando unos documentos que firmar, los promocionales de su empresa serian grabados la siguiente semana y su agenda solo tenía eventos y demás cosas, que él deseaba olvidar, la hora de comida estaba cerca, no tenía hambre pero si no comía con los otros gerentes, se extrañarían y lo tomarían a mal.

Tomo la llaves de su coche, y su móvil del escritorio, una visita a algún restaurant cercano, o tal vez invitar a comer a alguno de sus compañeros sería lo ideal, pensando en sus pendientes, camino a paso apresurado la recepción que lo llevaría al estacionamiento, su BMW lo esperaba, no le tomaría ni diez minutos llegar a comer, comprar algunas cosas y volver a la oficina, podía mandar a Lou por su comida, o ordenarle a cualquier empleado, pero Aeva no era ese tipo de jefe, él era completamente autosuficiente para servirse a sí mismo.

Bajo en el elevador de la empresa, saludo a unos cuantos empleados de su compañía, pronto visitaría las cafeterías nuevas, a pesar de que Ardent era un emporio inmenso, se preocupaba en individual por cada uno de los locales que se creaban, noto un ajetreo inusual, unos guardias jaloneaban a un individuo, una corazonada lo obligo a acercarse, junto con otros curiosos que iban por sus coches, uno de los guardias lo detuvo.

— Señor Aeva, ¡no se acerque! Un sujeto ha estado merodeando el aparcamiento y deseamos sacarlo — explico su empleado, quien era el jefe de seguridad de la empresa.

— Pero, tal vez venia por alguna persona — la actitud de seguridad desmedida hacia un civil se le hizo exagerada.

Esquivando a su empleado, Des pudo observar a dos guardias sometiendo a un hombre de tez morena, a pesar de que no llevaba la ropa con la que lo conoció en aquel bar, pudo observar ese rapado de estrellas y entender de quien se trataba.

— ¡Suéltenlo! — ordeno, los guardias obedecieron al dueño, Leo escupió sobre el rostro de uno y pudo notar la gente a su alrededor, y sobre todo a la persona que quería ver, tan imponente como lo recordaba, vestido de un traje costoso negro, con una corbata que quedaba a juego con sus ojos ámbar, él estaba desalineado, los estúpidos empleados de Des lo habían ultrajado, más cosas que agregar a la lista para odiar a ese hombre.

Miradas (AMOLAD)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora