Todo estaba oscuro y en silencio. Únicamente el eco de mis rápidas pisadas y de los intensos latidos de mi corazón retumbaban en medio de la negra y fría noche.
Mientras corría, los árboles semidesnudos desfilaban rápidamente a mi lado, como sombras siniestras de fríos y afilados apéndices que, a cuyo paso, hacían jirones mi ropa, rasgando gran parte de mi piel.
Una presencia me perseguía como una sombra a través de todo el bosque. Podía sentirlo en lo más profundo de mis entrañas, sin duda. Era imposible que fuese un ser humano sino, más bien, una gran bestia muy ágil y veloz. Su presencia tras de mí desencadenaba en todo mi ser un miedo extremo, puro terror. Algo que nunca había experimentado y que rezaría por no volver a sentir en toda mi vida.
Su respiración agitada, a la vez que ansiosa, tronaba en mis oídos. A pesar de llevarle unos metros de ventaja, mi nariz era perfectamente capaz de captar entre cada bocanada de aire, su intenso y putrefacto olor a sangre y... muerte. La adrenalina borboteaba febrilmente a través de mis venas y arterias, recorriendo todo mi cuerpo de punta a punta.
Dejar de correr no era una opción, aunque me fuese la vida en ello.La pobre luz de una escueta luna menguante iluminaba el sinuoso camino frente a mí. El terreno irregular albergaba una ingente cantidad de rocas y desmembradas ramas, desperdigadas por todo el suelo. Llegué a tropezar innumerables veces, cayendo al suelo cuan largo era mi cuerpo, debilitándome cada vez más, y resultándome casi imposible dar un paso tras otro. Cientos de arañazos y desgarros recorrían mi piel, dibujando una grotesca imagen. Tras cada caída me resultaba más y más difícil continuar.
Mi respiración comenzaba a entrecortarse. Estaba llegado lentamente a mi fin.La sangre manaba sin cesar por cada una de mis heridas, empapando todo mi cuerpo y humedeciendo por completo mi ropa, haciéndola más pesada y restándome movilidad, vital para mi huida. Quería negarme a pensar en ello, pero mi estado solo lograba alentar su sed de sangre y su desesperación por cazarme.
De repente mis piernas tropezaron con un tocón de madera y rodé por el suelo varios metros, solamente amortiguada la caída por la gruesa y helada capa de hojarasca. Al instante sentí que una de mis piernas quedó atrapada en una profunda grieta, causándome un dolor inimaginable y atroz. Tras varios segundos, que parecieron eternos, recuperé la total conciencia de la situación y, en vano, traté liberar mi destrozada pierna. Entonces un agudo y largo aullido surgió de entre las sombras, causando que un electrizante escalofrío recorriera toda mi espina dorsal, inmovilizándome por completo
Quedaba poco tiempo antes de que me alcanzara. Me había convertido en un blanco fácil.
Tras forcejear un rato logré retirar mi pierna de la grieta donde estaba atrapada y traté de escapar con el poco aliento que me quedaba en mis fatigados pulmones. Pero, para mi desgracia, su avance se hacía más y más audible, siendo muy presente su paso acelerado a través de unos arbustos a pocos metros detrás de mí.
Entonces decidí correr como pudiese hacia unos árboles bajos para tratar de trepar por ellos. Me aferré a las pocas ramas que podía alcanzar y comencé a escalar. La mala suerte hizo que una de las ramas se quebrara bajo mi peso, haciéndome caer al suelo desde varios metros de altura. Desde las sombras un grave y desgarrador aullido triunfante colapsó mis sentidos, dejándome totalmente petrificada al lado de la base del árbol. Aquella bestia que me perseguía estaba tras de mí. Había logrado alcanzarme. Mi muerte estaba más que asegurada.
Un nuevo brote de adrenalina, generado por el terror que sentía, devolvió el movimiento a mi entumecido y maltrecho cuerpo. Si iba a ser mi final, al menos encararía a ese terrible ser y moriría con la cabeza bien alta.
Con fuerzas de flaqueza conseguí ponerme en pie, haciendo caso omiso a mi destrozada pierna. Me sujeté firmemente al tronco del árbol del cual me había caído y encaré a aquel ser. Nada en este mundo podía prepararme para sostener la vista a aquel demonio que me amenazaba.
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Mi luna
WerewolfNatasha es una chica huérfana de 18 años, criada por sus abuelos maternos, que se desplaza a la ciudad rusa de Samara para comenzar sus estudios universitarios. Lo que para ella consistía en un inofensivo cambio de aires, significó ser un vuelco to...