La primera campanada resonó en el jardin, haciendo eco en mi corazon e indicando que el tiempo a su lado habia llegado a su funesto final. El reloj en lo alto de la torre marcaba la medianoche. Levanté la vista fijandola en sus ojos verdes, los cuales me miraban con un brillo especial que me hacia añicos el corazon.
La segunda campanada sonó. Evan volteó de nuevo al reloj, sonriendo, yo saqué mi arma de debajo del vestido. Mi mano tembló empuñando la daga que ocultaba ahora tras mi espalda.
"Hazlo" ordenó la mirada de mi cómplice, oculto en las sombras con una tenebrosa sonrisa marcada en su monárquico rostro, esperando que dirigiese mi arma al pecho del principe Evan, acabando con su vida.
La tercera campanada resonó. Mi corazón se aceleró a más de mil sintiendo tan próximo el terrible desenlace de esta bella historia. La daga quemaba en mi mano. Los ojos del príncipe regresaron a mí.
Cuarta campanada. Solté mi mano que seguía sobre la suya, sin poder evitar sentir las lágrimas nublar mi visión. Esto no podía acabar así.
— Por favor que el tiempo se detenga — susurré suplicante aun sabiendo que nadie podía ayudarme.
Quinta campanada. Evan limpió mis lágrimas con su pulgar y me sonrió.
Sexta campanada. A la lejanía el par de ojos me observaban ansiosos. Kilian miraba cada uno de mis movimientos presionándome a asesinar a su hermano.
Séptima campanada. ¿Por qué no podían dejar de sonar las malditas campanas?
— ¿Por qué lloras? — el príncipe siguió limpiando mis lágrimas con delicadeza.
Octava campanada.
— Tengo que decirte la verdad — mi corazón no dejaba de bombear con velocidad. Sentía mis manos temblar y mi voz quebrada.
Novena campanada.
— Soy una asesina y estoy aquí porque Kilian me contrató para matarte hoy — su rostro era incrédulo.
Decima campanada. Me levanté de mi lugar mostrándole la daga. No podía parar de llorar. La empuñé en lo alto intentando atacarlo, pero no pude realizar mi tarea.
— No puedo hacerlo.
Onceava campanada. Evan me observó perplejo sin poder creer lo que veía. Sus ojos viajaban de mi rostro a la daga y de ella a mí.
— No puedo matarte. Te quiero — le confesé.
Doceava campanada.
— ¡Vete! ¡Ahora! — grité al ver a Kilian aproximarse con la mirada tan furiosa cual fuego, empuñando una espada. Evan seguía sin entender nada de lo que sucedía a su alrededor. Se levantó mirándome sin comprender mis palabras.
Kilian aprovechó el estado de Evan para querer atravesarlo por la espalda.
Rodeé a Evan enfrentándome a Kilian, quien me lanzó la primera estocada. Mi vestido giró en el aire al esquivar su ataque. Contraataqué tomando mi daga con fuerza y lanzándola en su dirección con toda la rabia que mantenía guardada. La daga se enterró en su hombro provocándole un grito, pero con rapidez se la quitó dispuesto a darme pelea.
— Pequeño ángel. No has podido cumplir con tu misión — me amenazó lanzándome la daga, que tomé sin lastimarme. Aprovechó mi distracción para lanzar su espada en dirección a su hermano y ésta terminó rasgando la piel del abdomen de Evan, que seguía dándonos la espalda. Eso lo hizo reaccionar y voltear a nosotros, mirando a Kilian con resentimiento, enojo y odio.
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Doceava campanada
RomanceLa primera campanada resonó en el jardín, haciendo eco en mi corazón e indicando que el tiempo a su lado había llegado a su funesto final. El reloj en lo alto de la torre marcaba la medianoche. ¿Cómo acabé en este lugar? ¿Por qué acepté hacer esto...