Todo comenzó aquel día en el que un fierro se clavó en la rueda de mi auto. Me bajé y me di cuenta que la rueda estaba pinchada, en pocas palabras, ¡una reverenda cagada!, estaba en el medio de la nada y me celular había muerto, pensé seriamente en enterrarlo, pero era demasiado exagerado.
Sólo me quedaba una solución, ir en busca de ayuda.
Caminé tres kilómetros bajo la oscuridad de la noche, sin encontrar absolutamente nada, hasta que a lo lejos, divisé una mansión. Era re piola, estaba hecha mierda, bien como en una peli de terror. Pero de todas formas entré como Juan por su casa.
Cuando estaba en frente, noté una presencia adentro, se movía sigilosamente hacia la ventana.
Dudé varias veces si tocar el timbre o no, pero como diría un amigo: “Ya era Fede, mandate de one”. Perdonen mi desastroso vocabulario, pero tengo dieciocho años, sepan entender.
De repente la puerta se abre sola, como si me estuvieran esperando.
Por dentro, la casa era lujosa y antigua.
Sentí pasos arriba y subí por las escaleras, allí había una ventana abierta, miré por ella, y al hacerlo, sentí como mi mundo se me daba vuelta, no podía creerlo. De uno de los árboles, atada del cuello, colgaba una anciana de vestimenta rosada, algo rasgada y manchada de sangre.
Corrí con todas mis fuerzas hacia el jardín. Miré la mochila que tenía colgada al hombro, y allí estaba mi vieja amiga, mi cámara. Cualquier persona hubiese corrido, o gritado, alguna buena gente, quizás quisiera ver si la mujer seguía con vida, pero yo, un pibito de barrio con mente podrida que a penas y pasó el bachiller, y fanático de las películas de terror y la joda, lo primero que pensé fue: “esto tiene que estar en face”. Así que me aguanté el asco y le saqué una foto.
Seamos sinceros, no soy malo por darme igual la pobre señora, no puedo hacer nada, ya hasta le estaba saliendo olor putrefacto, al menos podía contribuir a que se supiera que murió, ¿no es verdad?
Me sorprendía al ver a un hombre del otro lado del jardín, tenía apariencia elegante y de mayordomo, lo más siniestro era que me llamaba con la mirada.
Siento desilusionarlos, pero no me importó su cara de “ven que te voy a decir algo interesante” y me fui. Decidí que no iba a ser el típico nabo que se queda a que lo maten en una pinche casa abandonada.
Me fui por la ruta, que por cierto estaba desierta, pero al menos, bien lejos de ahí
“Esta historia quedó plasmada en un documental de Discobery Channel en uno de sus programas especiales de misterio, ya que al ver su publicación en la red social faceboock les interesó la historia.
Se dice que luego de cinco años, Federico volvió al lugar de los hechos con sus amigos, ya que éstos no le creían la historia.
Días después encontraron el auto de los muchachos debajo de un barranco, pero sin nadie dentro, quizás hayan ido a buscar ayuda alguna de las casas de la zona…, no se sabe. Lo único que se puede decir es que hoy en día no se sabe nada de Federico Ochoa, ni de sus acompañantes”
BASADA EN HECHOS IRREALES
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5 minutos en la casa del terror
Подростковая литератураBien, no soy un muchacho convencional ni nada de eso, y con convencional me refiero a todos esos que ven en las películas, que sólo quieren alimentar el terror, digo lo que se me da la gana y soy sincero conmigo mismo, a por cierto soy Fede, y creo...