Me aferré a Daniel. No quería soltarlo. Oculté mi rostro en su pecho y empecé a llorar.
-Cariño...-Comenzó a decir mi madre.
No quería irme. Aquella era la última noche que pasaba en Londres. Mis padres ya habían preparado todas las cosas y a la mañana siguiente, bien temprano, tomaríamos un vuelo de un millón de horas hacía Estados Unidos.
Daniel había venido a despedirse, pero no tenía que haberlo hecho. Todo se me vino encima cuando vi todo el futuro que iba a tener delante: Sin él. Lo abracé con fuerzas, llorando, mientras mis padres, apenados, trataban de hacerme sentir bien para que mi partida no fuera tan dura para mí y para él. Pero no habría ninguna manera de hacerme sentir mejor, a menos que me dijeran que nos quedábamos en Inglaterra, y que no tendríamos que tomar un vuelo la mañana siguiente.
-Daniel ya tiene que irse-Interfirió mi padre-Y nosotros tenemos que acabar de meter cosas en las maletas.
-¡No!-Grité, aferrándome más a él-¡No pienso irme!
Sentí las manos de Daniel abrazarme con cuidado. Si no hubiera sido porque mis padres estaban delante, me habría abrazado con fuerza, me habría besado y me habría dicho millones de cosas bonitas, pero tenía un punto de timidez que siempre aparecía cuando estaba frente a mis padres.
-Cielo, vamos...-La mano de mi madre se colocó en mi hombro, pero de un movimiento brusco me moví para apartarla.
-¿Por qué no puedo quedarme con él?-Pregunté con los ojos hinchados de tanto llorar y la voz quebrada. Daniel me miró, sus ojos reflejaban tristeza e impotencia pura.
-¡Porque solo tienes dieciséis años! Son unos niños y tienen que ir a donde vayan sus padres-Inquirió mi padre.
-Vamos cariño-Volvió a hablar mi madre mientras me miraba con el corazón roto-Termina de despedirte de Daniel y vuelve a tu cuarto a terminar de meter tu ropa en la maleta.
Dejé que las lágrimas salieran con fluidez de mi ojos cuando mi padre cogió a mi madre de la cintura, y con una débil sonrisa, nos dejaron solos a Daniel y a mí en el salón. No podía creer que aquel momento hubiera llegado.
Me volteé lentamente hacía él. Su mirada de dolor me rompió el corazón, y más cuando me abrazó con fuerza, apretándome contra él y dejando un beso en mi mejilla.
-Te voy a echar de menos...-Susurró en mi oído. Me estremecí.
-No quiero alejarme de ti, Daniel-Lloré.
-Estaremos en contacto. Te llamaré cada día, aunque tenga que gastarme una fortuna, te mandaré cartas y haremos vídeo llamadas, ¿Vale?-Se separó lentamente de mí, cogiendo mi rostro entre sus manos. Asentí débilmente, luego sentí sus labios rozando los míos hasta que nuestros labios se unieron en un tierno beso.
-Tengo algo para ti-Dijo separándose, metiendo una mano en el bolsillo de su chaqueta gris. Sacó una cajita roja y la abrió, dejándome ver un precioso collar, formado por una cadena de plata y la palabra "amor" colgando de ella.
No pude evitar sonreír y negar con la cabeza, mientras yo también saqué una cajita azul de mis pantalones, le enseñé el mismo collar, era para él. Reímos juntos y él colocó una mano en mi mejilla y me acercó para darme otro beso.
-¿Me permites?-Me preguntó mientras hacia un ademan de colocarme el collar.
-Claro-Contesté en un hilo de voz. Me puse de espaldas a él y me eché el pelo hacía un lado, para dejar que pasara sus manos con cuidado por delante de mi cuello y pudiera abrochar la cadena detrás de él.
Hice lo mismo con el suyo. Le coloqué el collar que yo le había comprado para que siempre se acordara de mi, y nos quedamos mirándonos en silencio con una débil sonrisa .
Y volví a sentir sus labios chocar contra los míos. Rozarlos lentamente y pegarlos cariñosamente. Los suyos encajaron perfectamente con los míos, eran como dos piezas de puzzle. Sus tentadores movimientos al abrir y cerrar la boca, me indujeron a intensificar el beso. Aquel sería el último que nos daríamos en mucho tiempo. No tenía idea de cuándo volvería a verlo... Dejé que una lágrima cayera por mi rostro y apoyé mi frente contra la suya, delirando.
-Te quiero...-Dejó escapar Daniel, rozando su nariz contra la mía.
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Promesas Rotas
Fiksi RemajaNuestra historia fue muy bonita... Pero solo mientras duró. Después de más de seis meses de intensa relación me vi forzada a dejar a Daniel. El trabajo de mis padres los obligaba a mudarse a Los Ángeles, a la otra punta del mundo. Siempre el trabajo...