Marcela

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Para el chico de los espejismos

El dolor es algo insoportable, he pasado dos semanas adentro de este hospital, incluso ya cumplí mis trece años aquí. Mi familia me viene a visitar de vez en cuando, es algo triste ya que no tienen demasiado tiempo. La puerta de la habitación se abre lentamente y un hombre fornido entra por ella con una silla de ruedas.

—Marcela Garrido, debes de acompañarme. - dice aquel hombre con una voz fuerte y firme pero no gritando.

—¿Cómo sabes mi nombre? ¿A dónde? - pregunto mientras intento levantarme de la cama y ponerme de pie pero me cuesta, el dolor es demasiado fuerte.

—Debes de acompañarme.- repite aquel hombre, como si fuera una grabadora.

—Si quieres que te acompañe, entonces ayúdame ¿no? - digo, mientras le extiendo la mano derecha.

Me levanta con sus dos brazos y me sienta en la silla de ruedas que a traído consigo, es muy fuerte para haberme movido solo de un movimiento.

—¿A donde vamos? - pregunto nuevamente.

—Sólo te diré que saldremos del hospital...

—No, no. Puedo morir si salgo del hospital y los doctores no me dejaran ir- explico. Aunque realmente si quisiera irme, pero si salgo del hospital moriré, estoy en un estado delicado por lo que me ha pasado.

—Sólo no digas nada.- susurra el hombre.

—No.- empiezo a gritar pidiendo ayuda; si pudiera correr lo haría, pero no puedo.

—!No grites!- el hombre empieza a correr llevándome en la silla de ruedas, pasa los pasillos casi volando, las escaleras están cerca. Me deberá dejar aquí, no podrá llevarme.

Una enfermera empieza a seguirnos. El hombre ve a la enfermera con enojo. Y de un sólo movimiento me levanta de la silla y me lleva entre sus brazos hasta el parqueo del hospital, me sube a una camioneta negra polarizada. Empiezo a gritar y llorar pidiendo ayuda pero al parecer nadie me escucha. Las lágrimas bañan todo mi rostro. El hombre se acerca a mi y me coloca una mascarilla, luego de un instante todo se empieza a poner borroso mientras siento que el hombre me acaricia el rostro con su dedo índice y nuevamente me quedo dormida.

Simplemente desconocidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora