Prólogo

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Mooresville, Carolina del Norte.
2017

Cinco años antes.

Como cada mañana (por muy tediosa que sea), la familia Johnson tenía la "tradición" de desayunar juntos, pues si iniciaban así el día para ellos prosperaría y tendrán éxito durante la jornada.
"Tonterías" era lo que pensaba el menor de los Johnson, porque, ¿qué sentido tendría desayunar en familia justo cuando tenía que irse a la escuela? Porque claro, aunque estaba a punto de reprobar el semestre (y una falta más o una falta menos no haría la diferencia), lo real es que quería desaparecer de ahí.

"Desaparecer", claro que sería una buena opción, sin embargo no sería ese el día, o por lo menos, la hora.

-Samuel, cariño, ¿puedes pasarme el azúcar?- le llamó su madre. La Sra. Johnson, hermosa e inteligente, cautelosa y decidida, poseía un don de poder tener todo a su disposición sin el más mínimo de los esfuerzos (eso, y porque en casa era quien tenía la última palabra, "los adultos nacieron para ser obedecidos" alardeaba con voz dulce).
-Mamá hoy tengo una entrevista a las 3:30, me llevarás, ¿cierto?-dijo Danielle, la única mujer Johnson (ademas de su madre, claro).

"La hija perfecta", pensaba Samuel. Calificaciones perfectas, hermosa como su madre y audaz como su padre, poseía un alto nivel académico y había conseguido todas las becas posibles en las universidades más prestigiosas de Mooresville, bueno, de todo Carolina del Norte.

Graduada con honores de la Facultad de Salud y Ciencias de la UNC, en Charlotte; Danielle Johnson había regresado hace tres meses de su antigua residencia para buscar oportunidades de trabajo (y estar con su familia), un bien para muchos, un martirio para Samuel.

-Si hija, te llevaré hoy. ¡Que emoción que en el nuevo hospital de Mooresville te hayan dado la oportunidad de trabajar con ellos!- dijo con emoción la Sra. Johnson, pues qué orgullo que su hija se proyecte a las más grandes ligas (si no es que ya lo hizo)- pero no podré recogerte, Víctor vendrá a pasar Acción de Gracias con nosotros, y tengo que pasar por él al aeropuerto.
El mayor de los hijos Johnson, el primogénito, educado, amable y apuesto para muchas (y muchos). Víctor Johnson se había mudado a California cuando obtuvo la oportunidad de trabajar como maestro de filosofía en una de las preparatorias más importantes del estado.

La familia perfecta: Sr. Johnson siendo de los funcionarios políticos más respetados del estado (casi diputado), Sra. Johnson como la mejor psicóloga infantil de la ciudad, Víctor siendo catalogado como el mejor maestro y Danielle cómo futura doctora en el hospital más importante de la ciudad. Y luego estaba Samuel, simplemente siendo, él.

"Diferente".

-Sam puede pasar por mí, sales a las 5, ¿cierto?-la castaña de dirigió a él con una sonrisa.
No la odiaba, al contrario, Danielle representaba todo lo que él llegó a desear ser. ¿Impotencia? ¿Envidia? ¿Orgullo? ¿Rivalidad? "Admiración", se respondió a sí mismo.
-Si, supongo-apenas musitó.
-Cariño, pon atención, ¿quieres? Tu hermana te está pidiendo un favor, lo mínimo que puedes hacer es responder con claridad-indicó su madre con ¿molestia? No, su madre nunca se molesta.
-Descuida ma, quizás esté pensando en su presentación de esta mañana- sonrió Danielle hacia él.

"Mierda"

-Tengo que irme, te veo más tarde Dani-dijo mientras tomaba su mochila y llaves del carro.
"Con cuidado cielo, te amo" se escuchó la voz de su madre.
"Por supuesto que lo haces, madre", pensó.

Tomó la ruta más rápida, sin embargo, pareciera que el día se empeñaba a no mejorar pues en su trayecto de rutina se encontraba el área de pavimentación municipal en plena avenida.
¿Obra del destino? No lo sabía
¿Castigo por no comer vegetales? Posiblemente.

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