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Me persiguen, alguien me persigue, no logro sentirme sola, siempre estoy en compañía, una compañía que me aterra, que me tienta. Oigo su voz, una voz dulce de mujer. Una voz llena de palabritas de muerte. Me habla con sutileza y me dice que quiere jugar. Su juguete favorito es una cuerda, me invita a fantasear, pero siempre me niego. Me da miedo. Intento escapar de ella pero no puedo, quisiera poderme esconder pero siempre me encuentra y me habla, me atrae a su salón de juegos, al aula más triste del colegio.

Intento ignorarla, hacer de cuenta que no existe, aunque ni siquiera sé si es real. Trato de comportarme de forma natural, aunque siempre consigue tener mi atención, haga lo que haga siempre aparece frente a mí, apartándome de todo ser viviente. No puedo deshacerme de ella. No importa a donde vaya, siempre encuentro su rostro empapado de lágrimas, que transitan por su suave y pálida piel muerta.

Un rostro atemorizante con ojos hinchados y rojos me dice que quiere jugar una vez más conmigo, quiere que salte con ella, pero no quiero hacerlo. Por alguna razón siento que estoy enloqueciendo. No quiero que piensen que estoy loca, por eso trato de encerrarme en la posibilidad de que, tal vez, sea sólo mi imaginación. Ya no puedo ignorarla, siento que se ha apropiado por completo de mi mente, mostrándome cosas, cosas horribles, manchadas de sangre, enmarcadas con lágrimas, las cuales son resultado de una vida retorcida.

Mis pasos ahora resuenan junto con los de ella, ahora siento ganas de jugar aunque algo en mí diga lo contrario. Trato de apartarme de su camino, trato de hablar con Dios, pero quien me responde es ella. Me susurra al oído que deje de orar. Dice que quiere jugar, dice que me gustará. Me dejo tentar. Me lleva al rincón más triste del salón y ahí me muestra la cuerda, la veo y ciento una asfixiante sensación, el aire trata de salir de mis pulmones de una forma brusca. Me siento tentada, con ganas de correr y quedarme al tiempo, y sigo escuchando su triste voz, sintiéndome cada vez más sin aire, como si intentaran matarme. Su voz es fantasmal, fría y ahogada, a ella también le hace falta el aire. Empiezo a sentir un estremecimiento de apretado, me arde el cuello y siento que mi garganta se va cerrando poco a poco. Dios no me puede ayudar, como a ella no la ayudó. Su pecado, su muerte, su garganta marcada con un hilito de sangre. Ella, una mujer normal, que desempeñaba una profesión normal, una vida normal, una esposa de Dios, entregada completamente a él, con sufrimientos incomprensibles y pensamientos suicidas, que decidió jugar un poco. Corriendo rápidamente llego hasta el aula más triste del colegio y ahí la encuentro con su juguete, balanceándose jugaba, ahogada jugaba, con sus ojos rojos y tristes jugaba, escapando de todo jugaba, ella sola, sin nadie más, sólo ella jugaba.

Estoy cansada, me inunda la terrible sensación de apretar mi garganta, siento que ella me ayuda y sostiene mis manos, me lleva a esa dulce sensación, sentir mi respiración forzada, sentir ese delgado dolor y ver marcas en la piel de mi cuello. Me divierte, me deja con ganas de jugar, con ganas de divertirme. Nuestras mentes se han vuelto una, me siento muerta, una hermosa sensación. Mis ojos ahora son los de ella, mi voz ahora suena como la de ella. Me arde la garganta, camino con dificultad, me siento tristemente feliz, sigo escuchando sus pasos y ahora siento la necesidad de seguirla. Todos los rincones del colegio llenos de personas riendo y aprendiendo, menos uno, uno donde me encuentro caminando sutilmente como las palabras de aquella monja. Ahora no hay en mí una expresión de miedo, ahora dibujo en mi rostro una sonrisa con lágrimas y me dejo llevar, me dejo llevar, queriendo hablar con Dios por última vez hasta esperar su llamado. Invadiéndome el terror espero con pasos sigilosos su mirada sangrienta diciéndome ¡juguemos!

Al final de todo ganó la mano santa que reposó sobre mi hombro durante tanto tiempo, una imagen con un hábito lleno de culpa, un hábito lleno de muerte, un hábito que esconde una dulce marca roja, en un cuello asfixiado.

123Where stories live. Discover now