Trago saliva.
"Oh Dios mio", tal vez fuera dicho eso en ese momento si fuera un creyente. El tiempo y su mundo había cambiando hace unos años para saber que Dios si existía, muy probablemente no estaría de su lado.
Nunca fue un buen chico y menos un buen hijo, no lo negaba, era una mierda de Persona. Tal vez no recibió suerte de niño, pero se había dado cuenta de que si quería algo de suerte en la vida tendría que ir a buscarla o arrebatarla. Así mismo gracias a su gran cara y dotes de actuación hizo que pensara que tal tendría la vida resuelta. El problema era que no pensó y terminó prácticamente haciendo cuentas hasta sus futuros tataranietos que eran obligatorios para su sangre tener.
Ahora estaba pagando cada una de sus cuentas de la manera que tanto se negó aceptar en un pasado y ahora lo hacia nada más por comida.
Agarro con más fuerza la mano del casi rubio, que siempre tenía la mala mañana de jugar antes de comer. Pasando sus colmillos filosos por la piel sensible de su cuello donde rápidamente le daba cosquillas, pero lo sabía muy bien un espasmo o si retiraba un poco tal vez recibiría un regaño y tal vez se entenderían sus cuentas. Sólo su respiración se hizo más profunda inflando un poco su pecho y mordió su lengua, así era como debía hacer su trabajo, en calma y tener su cuello o su brazo expuesto para recibir una mordedura.
— Sabes que tienes que tomar por lo que pagaste — Se atrevió a decir, ya se cansaba del jugueteo de uno de los clientes recurrentes. Siempre era lo mismo con él, un jugueteo previo con ciertas palabras coquetas en aquella voz ronca y besos evitados.
Conocía su juego.
— Trato de alargar el poco tiempo que paso contigo, honey — Pasó su mano libre desde sus hombros hasta su brazo en una simple caricia. Odiaba en la posición que lo tenía, sentado en sus piernas, pero ese tipo de fetiches aumentaba un poco el valor de la mordida.
— Sabes las reglas, solo una relación profesional de...
— Comida a comensal — robó las palabras de su mente, eso era lo que eran. — Nunca he sido los que siguen las reglas y bien lo sabes — Pasó su lengua por su cuello saboreando su sabor y el de cabello oscuros tembló, odiaba la saliva, pero no se podía dar el lujo de vomitar en medio del trabajo.
— Si lo se, los de seguridad probablemente te conozcan mejor que yo. Así que no juegues y muerde de una vez, tu bien sabes que no puedes aguantar más — apretó otra vez su mano en seña de molestia, no tenia tiempo para otra marca en su cuerpo muy fea debida a él.
— Si yo pague por la comida, yo decido como comerla — murmuró molesto, quería llegar más lejos pero su comida se hacía cada vez más difícil para las cosas que él quería.
— En el contrato que firmaste aquí dice muy claro que no puedes hacer eso, por favor lee las reglas. Todos los demás clientes lo hacen y no ju... ¡Ah!
Los colmillos se clavaron en la base de su cuello, casi en los hombros. Mordió su labio para no soltar un grito, la mordida en su cuello había sido muy brusca y violenta. Aparentemente nadie se daba cuenta aparte de él que el vampiro que siempre cargaba una sonrisa amable no era el tipo amable que aparentaba ser delante de todos.
Tomaba de su sangre molesto y apretaba al de cabello oscuro en sus brazos mientras lo hacía, realmente era muy posesivo y no le gustaba para nada la idea de compartir de la sangre del chico que estaba en sus piernas. Su cuerpo empezaba a recuperar sus fuerzas con rapidez, mientras la sangre caliente pasaba por su boca embriangandolo de su sabor que lo calentaba cada segundo, se volvía un adicto en segundos y no podía dejar saborear su sangre espesa y más deliciosa a la de un humano normal.