A este lado de las tumbas

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[N: Si el autor de SNK no le da un desarrollo digno a Mikasa, se lo daré yo. Espero que os guste y comentad si es así, ya que creo que es bastante diferente y me gustaría saber vuestras opiniones. El poema intercalado en la narración también es mío.

PD: Este es el último fic que escribo antes de volver a ponerme con Pioneros; habrá actualización pronto.]



sobre la tierra

Los cuerpos no son importantes. Los cuerpos son una masa de huesos y carne y sangre que siempre acaba convirtiéndose en un cascarón decrépito y termina en polvo. Cuando los muertos ya no los ocupan, es costumbre incinerarlos y tirar las cenizas a un río o a un lago. Si las vidas de los soldados se considerasen de importancia, el dolor de los seres queridos nunca dejaría cicatrizar la tierra. No hay sitio para tantas tumbas.

Mikasa escucha el silencio de todas las vidas acabadas, pero su vista no se dirige a más que un epitafio de todo el mar de piedra.

«E. Jaeger. Esperanza de la Humanidad.»

Siempre ha sabido el peso que cargaban esas palabras, de las que ahora conoce forma y tacto en la roca helada por la humedad. Hasta que Hanji o Armin no la arrastran de vuelta a los cuarteles para que coma y duerma, está allí a todas horas tratando de buscarle sentido a esas letras, a la creciente hierba que tiene bajo los pies. Razones, excusas, culpas; cualquier cosa mejor que la impotencia clavada en su pecho que pronto empezaría a infectarse. No sabe cuántos días han pasado desde aquel momento, pero sabe que nunca serán los suficientes. El tiempo se acabó con él y ninguna de sus promesas pudo salvarlo.

—Las flores deberían echar raíces en esta tierra, no tú.

Oyó los pasos a su espalda junto a la muleta, pero la grave y familiar voz le da más razones para no girarse. De hecho, quizá si lo hiciera su visión volvería a tildarse de rojo sangriento y no podría evitar el impulso de matarle con sus propias manos. La tentación es fuerte, aunque sabe que ni siquiera tiene ya en su poder la energía para eso. En realidad, no sabe por qué ni para qué le queda energía. Nada merece la pena como para usarla, mucho menos otra pelea que no le devolvería lo que había perdido.

—Ya no eres mi superior. ¿Qué te hace pensar que puedes hablarme?

lejos de todo lo que quiero,

No se mueve del sitio, pero puede ver a Levi de reojo acercándose a su altura, a una distancia prudencial, seguramente recordando lo que Mikasa le hizo la última vez que estuvieron a menos de diez metros cada uno. También es porque la lápida de Erwin está al lado de la de Eren, algo que ni ella ni Levi han mencionado, pero que a ambos les molesta. Ambos son héroes de guerra, aunque Eren sea el único enterrado en ese cementerio. Levi tiene el jarrón con las cenizas de Erwin en su casa, como todos y cada uno de los seres queridos de los nombres de las lápidas. Cada vez que a Mikasa la asalta el pensamiento de lo patético que es no poder abandonar un puñado de polvo, recuerda su comportamiento cuando exigió que Eren fuera enterrado. Necesitaba un lugar que visitar, un lugar al que volver. Tan solo días después de tenerlo – si es que a eso se le puede llamar tener – el vacío en sus manos pesa tanto que sabe que su bufanda no podrá llenarlo nunca más.

—Soy el único que entiende por lo que estás pasando.

Si Mikasa pudiera reírse sin que esa risa sonara horrible o desesperada, lo haría.

—¿Es que piensas que me voy a clavar una espada en el estómago? ¿Por eso has venido hasta aquí?

—Sí —Levi dice rotundamente—. Así es como perder a alguien se siente para todos, pero el mundo de la gente normal no se limita a una sola persona. Sola, no lo lograrás.

A este lado de las tumbas (SNK)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora