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Ese día fue normal como todos los otros, al menos aparentaba serlo. Me desperté, levante mi gordo trasero de esa inmunda cama, me dije a mi misma que ese día sería el mejor de mi vida, como todos los días anteriores. La psicología barata estaba en mi vida, inundaba en ella. Camine hasta el espejo del baño y cree la mejor sonrisa, me cambie de ropa, por una mas presentable, por una ropa que la sociedad me había dado. Mi estilo propio, para que.

Mi desayuno consistía en comida sana, porque como borrego debemos de cuidar nuestro cuerpo, las enfermedades igual están ahí, pero tenemos menos riegos, claro todos los días contamos con las mismas posibilidades de sufrir un accidente, o de morir a causa de un tiroteo, ahora que están de moda las masacres, y las explosiones, pero seguimos comiendo sano, porque eso nos alarga la vida.

Salí de mi habitación, y camine hasta el salón de clases, como un soldado va a una misión, todos los días, siendo estrictos, pero no tanto, para que las personas no se percaten de ello.

La silla cerca de la pared, la ultima silla para ser exactos, tal vez hasta el docente se olvide de mi. Al poco tiempo llegó un borrego nuevo, se ubicó a mi lado, el viejo arrugado entró para empezar con su clase, primero llamó asistencia, para así saber quien faltó a su adorada y estricta clase de formadores de borregos.

Las clases transcurrieron normales, en lo que cabe de lo normal. El sujeto que esta a mi lado, me solicitó un lápiz, lo ignore, el docente me regaño por no prestarle atención, respondí a su pregunta intimidatoria, el borrego no es tan idiota.

La hora del almuerzo llegó, y con ella se esfumó el silencio, me levanté cuando ya casi todos se marchaban, recogí mi cuaderno y mi bolígrafo y me marché. Mi comida fue saludable, mi mesa estaba vacía como siempre.

El borrego nuevo llegó, intento entablar una conversación, pero lo ignore, por eso mis padres me enviaron aquí, mencionaron que debo de superar el pasado y dejar de ser tan, no recuerdo la palabra, emm si ya lo recordé tan inútil.

Termine mi comida y camine hasta el espacio verde o jardín del campus, me senté bajo un pino a esperar que sonará la odiosa campana, me gustaba pensar, pero siempre pensaba cosas sin sentido.

Nuevamente fui interrumpida por el nuevo borrego, lo ignore como llevaba haciendo desde la primera hora, él se sentó a mi costado, y volvió a hablar, acaso no se cansa de hablar.

-¿Eres nueva?-

Iluso, acaso no se da cuenta de que el profesor no me presento en la sociedad de los borregos, este sujeto es estúpido.

-Si soy nueva, llevo aquí tan solo dos años, muy poco tiempo-
Mencione sin nada de interés, como también sin ganas.

-Muy poco tiempo en verdad, ¿haz echo un amigo?-

Acaso este molesto sujeto no comprende la indirecta, que se largue, quiero estar sola.

-Vez la hormiga que esta allí, ella es mi única amiga hasta el momento.-  dije ya sin muchas esperanzas de que se largue, ojala un pájaro lo utilice como inodoro.

-Veo que no eres muy social.-

Ni me he dado cuenta de ello, te lo informó mentalmente, ojala puedas ver mi futuro. Guarde silencio, talvez este sujeto no comprenda las indirectas, puede que se sienta incómodo luego de un tiempo.

-¿Qué estudias?-

Lo ignore, seguí sentada debajo de ese árbol, no soy una persona que cree en los milagros pero ese sujeto en realidad era muy molesto, ojalá un milagro ocurra y se marche.

Transcurrieron 15 minutos, ya era tiempo de que volviese a clases, la campana tan molesta no tardó en hacerse escuchar, me levanté y caminé hasta la sala que me correspondía, como borrego obediente. Me ubique en una de las sillas del medio, la joven profesora entró en nuestra campo de batalla, disfrazado de aula normal de clase.

Psicología, una materia muy intrigante, te da el conocimiento para poder entender a los borregos, y así poder saber en lo que en un futuro no muy lejano será una vida más desperdiciada.

Borrego naces, libre te haces.

Ese fue en su momento el lema de mi abuela, yo lo adopte, como un lema personal. Con el tiempo cobraba más sentido en mi cerebro, y en mi manera de actuar. Hace tres años mi abuela falleció, en ese momento ya nada cobraba sentido.

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