Amarilla a través de la piscina.

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Buen día, estimado lector. Te invito a que dejes de joder y juzgar por el hecho de ser lector, pues en este momento eres sólo una estrella distante.

Son tardes de soledades ligeras en el parque y las manecillas corriendo, pero que es el tiempo y que son las manecillas. Ya me cansé inaludiblemente de ser quien era, de correr por los pasillos con las manos vacías.

Quisiera correr con todas las cosas de la vida amarradas a las manos.

Siempre es fácil hablar y únicamente vivir pero sabes lector, me mata quien se pone algo ajeno. Serendipia. Supongo fue el primer título de mi primer colección.
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Soy Amarilla, la de los cuentos digitales, la de la resaca de vodka y los jarabes para la tos, la que escucha la radio desde la mañana hasta que la luz se apaga. Amarilla. La que busca colores en otros.
Amarilla, la que baila en el subterráneo.
Amarilla María, María Amarilla.
Tengo todos los años que quieras, he vivido siglos en meses, pues como ves, el tiempo es relativo, yo tardé horas escribiendo esto y tú sólo desprecias esta página por las pocas palabras. Que mediocre, no quiero atacarte, estoy un poco intoxicada.

Los dedos me saben a vagina. Ya sabes a lo que me dediqué entre sueños.

Amarilla, la de los aparadores urbanos, la de los columpios al cielo.
Tengo deseos, uno de ellos es olvidar todo, mis errores no pues ellos me hacen más bien que lo bueno.
Sueño con tomates en rincones y colores de cabellos rebeldes y nada rutinarios.
¿Cómo vivir una vida plena sólo viviendo?

Te extraño color escarlata.