Algunos cambios

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Entre la tranquilidad de la noche, el chocante sonido de la madera tronando por el movimiento de la cama llamó la atención del otro ocupante quien esas últimas noches no había dormido lo suficiente como para describir ser alguien relajado que llevaba esa situación con total tranquilidad. Y con los nervios de punta, se levantaba para encontrar siempre la misma escena que a pesar de todo no podía bajar de adorable.

Del lado derecho, justo junto a la ventana, Seung iniciaba su furtivo escape hacia la cocina, con la luz de la luna filtrándose por la traslucida tela de la cortina y chocando contra su rostro, tal como lo había hecho esos dos últimos meses, no hacía más que darle al mayor ese matiz de inocencia que con pocas situaciones mostraba. Salió lentamente de la cama y como pudo se levantó intentando que todo su peso extra no se fuera hacia adelante al perder el equilibrio.

Era una verdadera lástima que tal plan tan elaborado fuera fallido, aún si cada vez antes de dormir se ingeniaba un nuevo método para no despertar a su pareja.

Aún con la obscuridad de la noche jugando de su parte, el silencio dominante penetraba su seguridad que vulnerable se encontraba al tener que mover toda su figura entre las sabanas mientras su plan empeoraba por la estructura ruidosa del mueble y el chirrido de la madera a sus pies.

Al final, todo fue lo contrario a lo que esperaba.

—¿Seung? — La voz de Jean se escuchó resonar como un grito en toda la habitación. A decir verdad lo había pronunciado a un nivel moderado que posiblemente en otro momento casi pudo haberse escuchado como un susurro, pero la circunstancia no favorecía a los sonidos, y a esas altas horas de la madrugada hasta el mínimo canto de un grillo resultaba sonar tan penetrante como el tiro de una bala.

—Jean — el coreano volteo rápidamente para mirar la expresión agotada de su esposo, obviamente comprendía que era por culpa suya que JJ no durmiera bien por las noches, pero no podía evitarlo, muchas veces lo había intentado y el resultado siempre era el mismo al volver a la habitación — Sigue durmiendo, iré rápido por algo a la cocina—

Pero eso al canadiense pareció no agradarle, ya que tan pronto como Seung gil termino de pronunciarlo, tomó su mano impidiendo que siguiera caminando y se acercó hasta el otro lado de la cama.

—No quiero que bajes solo — Besó dulcemente el dorso de su mano —¿Si te pasa algo? Aun te ves cansado ¡¿Y si caes por las escaleras?! -

—Cariño — dijo con una monotonía tan típica de él que si hubiera faltado, seguro estaría dudando de que fuera su esposo — Nada de eso va a pasar, estás siendo muy exagerado — levantó su mano para acariciar con ternura el rostro del canadiense.

—No soy exagerado. Aun te vez aturdido, tengo miedo que a mitad de las escaleras pierdas el equilibrio o ya estando en la cocina, intentes alcanzar un plato y te puedas lastimar.— Con lentitud y disfrutando de la bella figura de su amado Seung gil, lo atrajo hasta el filo de la cama de forma que su rostro y su vientre quedaran frente a él.

Jean besó el abultado vientre de su hermoso esposo con la ternura y pasión que un padre primerizo le tiene a su hijo y a la madre de este; pasó la yema de sus dedos sobre los costados, con cuidado, temeroso de que algo malo les fuera a pasar a los dos seres que más veneraba en su vida y en respuesta a todo ese amor sintió las pataditas de su retoño, fuertes y llenas de vida, tal y como lo esperaba.

—Jean, el bebé se enojó, tiene hambre — Dijo también acariciando su vientre — Voy a bajar y tú te acostaras en la cama, intentaras dormir y dejaras de pensar en que algo me puede ocurrir - ordenó— Sólo iré por un pequeño bocadillo y regreso—.

—Seung...— Dando un suspiro de resignación, no le quedó de otra que dejarlo ir.

El coreano se agachó lo poco que pudo para poder besar la cabeza de su amado. Lentamente se soltó del agarre del menor, alejándose caminó lento hasta la puerta y con ese mismo pausado ritmo bajó las escaleras y fue hasta la cocina.

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