La noche era más fría de lo usual, se sentía todo muy familiar pero a la vez lejano, desconocido y los dos sabían la razón pero ninguno se atrevería a mencionarlo. Jimin contenía con todas sus fuerzas sus lágrimas, sin embargo estas llegaban a ser más fuertes y con delicadeza mojaban su rostro, Jungkook del otro lado seguía con una expresión vacía, perdido en un mar de emociones sin saber muy bien como reaccionar, quería ser un apoyo pero no podía, no existían palabras que calmasen a su único y mejor amigo, no después de lo ocurrido. Sentados en la terraza, dejaban que el momento pasara, abrazándose a sí mismos, buscando quizás algo de refugio que ahora mismo ninguno era capaz de darse. Jimin agradecía en silencio el hecho de que no lloviera, no quería tener que afrontar esto en un ambiente más deprimente.Jungkook, con su cabello castaño y desarreglado, buscaba la manera de no llorar, de no romperse ante Jimin, mordía sus labios con fuerza, echaba su cabeza hacia atrás para evitar que las gotas cayeran, a veces olvidándose de respirar pues se perdía totalmente en su cabeza y sin darse cuenta dejaba salir un fuerte suspiro contenido. Intentaba como sea no hacer sentir peor al más afectado.
El silencio se propagó por una hora, hasta que Jimin se rindió, pues necesitaba hablar, necesitaba a Jungkook.
-Le gustaban las rosas, como a nadie, y era yo el primero en juzgarla por ello-sonrió amargo-jamás me han parecido lo suficientemente hermosas, siempre he sido esa persona a la que le importan cero las flores o plantas, sin embargo en una de sus extensas charlas, me mencionó algo que cambió un poco mi pensamiento, y fue el significado de estas. Obviamente no recuerdo nada técnico, pero sí tomé sus palabras y las cambié un poco, o creo que mucho-rió suave mientras guiaba su mirada a Jungkook-Y le di significado a flores que me recordaban a personas importantes.
-¿Y es ahí donde nace mi apodo?-inquirió Jungkook acercándose un poco más al rubio.
-Sí-susurró-La primera vez que vi un diente de león después de aquella charla, se me hizo imposible no pensar en ti. Una flor bella, que forma una esfera blanca casi perfecta, pero que a la hora de partir, de tomar un nuevo rumbo, simplemente sigue la corriente y se deja ir, experimentando un nuevo horizonte, la vida fuera de su circulo habitual. Ese eres tú, Jungkook, no tienes muchos miedos y sabes en qué momentos alejarte, partir, sin nada que te amarre o retenga. Vives tu vida.
-¿Desde hace cuánto piensas tantas cosas bonitas de mí?-llevó sus finos dedos a la cabellera de Jimin, acariciando con cuidado. Lo último que quería hacer era asustar o incomodar a su amigo.
-Ni siquiera yo sé eso-cerró sus ojos, tratando de enfocarse solo en el tacto del castaño-¿Tienes alguna flor favorita, Kook?
Antes de responder, Jungkook admiraba lo fuerte que Jimin estaba siendo en ese momento, tratando de llevar un conversación, no dejando llevarse, luchando por ser lo que su madre hubiera querido el día que esto llegara. Un chico feliz (aunque en el fondo no pudiera, Jungkook tenía claro que tan solo era una fachada).
-Por favor, Jimin, tú ya sabes la respuesta, ni siquiera distingo los girasoles de las margaritas-pudo escuchar una pequeña risa vacía del otro lado-Mejor dime cuál es la tuya.
-El diente de león.
Ambos guardaron silencio y dejaron que sus ojos hablaran por sí solos. Jimin traía la mirada totalmente cubierta en una capa gris, mientras que Jungkook solo tenía sus pupilas de un azul oscuro. Era claro quién estaba peor y quién estaba a punto de derrumbarse, no solo su mirada estaba perdida, sus venas ahora empezaban a brillar de color púrpura, indicando que Jimin podría entrar en un llanto eterno. Jungkook lo sabía, sabía todo lo que el pequeño se estaba guardando y aún así decidió dejarlo, la culpa estaba consumiéndolo. Sin pensarlo dos veces mordió su dedo índice y dibujó un sello sobre la frente de Jimin y recitó las palabras, fue algo rápido y sencillo pero doloroso para el castaño, pues el propósito del conjuro era reemplazar el dolor a otro cuerpo, siendo escasamente físico, por lo tanto Jungkook sintió todo esa agonía sentimental como una avalancha de golpes en su cuerpo. Jimin tan solo apartaba la mirada mientras el contrario se retorcía en el suelo, no había nada que él pudiera hacer para evitar aquellas consecuencias.