Capítulo 4

10.1K 855 7
                                    

Filip y Diego ayudaron a Elizabeth a sentarse ella sentía que no podía más, le dolía todo el cuerpo los mayugones más las heridas la habían agotado, se sentía mareada y sentía que su temperatura aumentaba. El medico llegó William le indico  a Rosi una de las hijas de Ester su cocinera que guiará al médico a la habitación, el se quedó dándole indicaciones a su ayudante que fuera por su tía, el subió quería saber cómo estaba la pobre joven vio la puerta entreabierta y no medito entró sin tocar y lo que vio lo dejo sin palabras.

Elizabeth estaba sentada con su espalda a la vista y se podían ver grandes heridas y moretones horribles, el medico curaba las heridas y Rosi sostenía un cuenco así que nadie se dio cuenta que el habia entrado.

Salió y se sobo el entrecejo, se dijo así mismo, como puede un padre hacerle eso a su hija, que hizo ella para que la dejara en ese estado. Fue a la sala a esperar a su tía y al médico.

Su tía llegó alarmada, el le contó en el estado que Elizabeth había llegado pero no le dijo que el la había visto, era inapropiado.

Poco después el medico bajo y Rosi salió directo a la cocina.

— Rupert dime cómo está

— sus heridas son algo profundas, no me quizo contar cómo se las había hecho o como se doblo el tobillo, ¿tú sabes algo?, tiene algo de fiebre Rosi sabe que hacer ya le expliqué y también ya le expliqué cómo curar sus heridas, lo mejor es que no haga movimientos bruscos. Dice que es tu nueva institutriz

— Si Rupert

— y ya la vieron los diablillos que tienes por hijos, no sea que la pobre se espante

— con decirte que ellos la llevaron a la habitación, si hubieran podido la habrían cargado

— vaya que sorpresa, aunque entendería ella parece un ángel

— vaya te a flechado a ti también

—(carcajada) la joven es muy agradable, bueno me retiro nos vemos Priscila, adiós mi amigo.

— iré a verla hijo

— claro tía sube

William suspiro y se fue a su despacho a terminar en lo que estaba, no ceno y Rosi le informo que los niños ya se habían dormido y que Elizabeth también descansaba.

Eran casi la once de la noche cuando termino sus tareas, se levantó y estiró, tomo la vela y se dirigió a su habitación iba con pasos flojos cuando un ruido llamo su atención, se quedó quieto tratando de idénticalo volvió a oírlo y se dio cuenta que venía de la habitación de Elizabeth, se acercó y logro oír bien, eran sollozos, Elizabeth estaba llorando y se escuchaba tan desolada, tuvo la intención de entrar pero no era adecuado a demás no era asunto suyo la vida de la joven, se dijo así mismo insensible pero pudo más la razón así que se fue a su recámara, se alistó para dormir y ya en el lecho suspiro y se quedó dormido pensando en la pobre señorita Elizabeth.

***

La luz del sol entraba en su habitación vio el reloj y eran las 8:00 se sorprendió por la hora William no dormía más que hasta las 6:00 desde que su esposa había muerto no dormía bien, pero extrañamente ahora se había podido y se sentía lleno de energía hasta su estómago protesto, se alistó y salió al comedor se encontró a Rosi quien lo saludo.

— buenos días Rosi, la señorita Elizabeth aun duerme

— oh no mi señor, ella está en el comedor con los niños comiendo, acaban de empezar

— gracias Rosi, que me lleven mi desayuno comeré con ellos

— si señor

William fue al comedor y le encantó la escena sus hijos correctamente centrados, vestidos y sosteniendo una plática amena con Elizabeth

— buenos días Filip, Diego, Elizabeth

— buenos días papá, buenos días conde

— como te sientes Elizabet

— mucho mejor Conde gracias por preguntar

Elizabeth le regaló una sonrisa sincera

— quiero hablar unas cosas, cuando termines de desayunar vas a mi biblioteca

— si conde

— niños los felicito veo que están practicando las reglas del decoro

— Elizabeth nos gano de nuevo por...

— Filip— lo regaño Diego
Elizabeth se apresuró a decir— luego le explicó señor.

Tuvieron un desayuno muy ameno, William hace mucho no disfrutaba de un desayuno con una dama que no fueran su tia.

Elizabeth le  indico a los niños sus deberes, William quedo sorprendido ante la actitud sumisa de sus hijos.

— pasa Elizabeth sienta por favor

— Gracias Conde

— bueno primero quiero preguntar te sientes bien el medico dijo que debías reposar

— si me siento bien además debo cumplir las obligaciones por las que me a contestado

— Elizabeth no soy un ogro explotador puedes descansar

— estoy bien enserio

— bueno, lo otro es, ¿como has domado a mis diablillos, contigo son tas obedientes y tranquilos, créeme estoy totalmente sorprendido

— bueno me percaté que ellos son muy competitivos y tratan siempre de sobresalir y ver quien es el mejor así que les ofrezco retos y si pierden hacen lo que yo les diga

— y que clase de retos porque por lo que veo ellos no han ganado

— bueno desde ayer están luchando por ganar el no parpadear por 10 minutos

— que clase de retos es ese

— es tonto pero ellos se divierten intentándolo

— y por eso son tan bien portados

— si aceptan la derrota pero siempre dicen que la próxima vez ganaran

— me impresionas la señora Jons ubiera querido tu secreto, bueno otra cosa que quería discutír era tu día de descanso y la paga te parece bien descansar los sábados y te pagaré 20 libras semanal

— conde

— te parece poco, dime cuánto

— oh monada de eso, la verdad es demasiado

— bueno son dos pequeños muy terribles, así que eso ganarás, bueno eres libre de hacer lo mejor para mis hijos, te estare vigilando pero confío en ti se que educadas a mis pequeños

— no lo defraudaré señor

— otra cosa me cansé que me llames conde o señor, dime William

— eso no es correcto

— por favor puedes seguir tratándome de usted pero llámame William

— de acuerdo, William

— Es todo Elizabeth puede retirarte

— Gracias... William.

Ante esa frace William sintió un cosquilleo, su nombre en los labios​ de Elizabeth sonaba maravilloso...

La InstitutrizDonde viven las historias. Descúbrelo ahora