Él estaba solo, era un chico aislado que no hablaba con nadie, todo el mundo lo despreciaba. Pensaban que era raro, se reían de él, de su manera de vestir, pero nadie veía al ángel que se encontraba detrás de esa fama. Nadie se detenía a admirar su belleza. Porque su belleza era de otro mundo y aquí nadie pudo reconocer eso.
“Gay” “Estúpido” “Nerd” “Nadie te quiere, ni siquiera tu madre, por eso te abandono” “¿Por qué no te matas?” “No sirves de nada” “¿Qué sigues haciendo aquí Marcy? Aléjate de nosotros” Eran algunas de las cosas que “Marcel”, escuchaba a diario en su escuela, el las aguantaba, hacía que nada le importaba pero en realidad, afectaban en el fondo de su corazón, y el poco a poco se las fue creyendo 'Si no es verdad, no me lo dirían' Era un pensamiento que todos los días rondaba por la cabeza de “Marcy”.
Su nombre real era Harry, pero prefería que le digan Marcel antes que otras cosas, como gay, estúpido, inútil, enfermo, etc.
Su autoestima bajaba en picada y nadie hacia nada por el excepto su hermana pero, sencillamente, ya no sabía qué hacer, lo había intentado todo. Le había comprado nueva ropa, pero él seguía usando su ropa de “abuelito”, le había hecho un nuevo corte, pero él seguía peinándose igual, le había comprado lentes de contacto para que sus ojos esmeraldas puedan resaltar pero él seguía usando sus gigantes lentes de pasta negros.
Y cada día, “Marcel” estaba peor, no salía de su habitación, apenas comía, se pasaba horas encerrado en el baño y cuando salía tenía los ojos hinchados y rojos, producto de haber llorado durante esas horas que se encerraba.
Ignoraba a su hermana cada vez que le preguntaba qué estaba haciendo, pero, él no quería que Gemma se entere de cuan bajo había caído. Él no quería que ella vea las cicatrices de sus brazos, no quería que vea como él se cortaba, claro, todo era producto de los insultos de sus compañeros.
Y ese día llego, el día, que la gota rebalso el vaso.
Era un sencillo viernes a la mañana, y él estaba sentado bajo su árbol favorito, solo, como de costumbre, no sabía que yo lo observaba, siempre me sorprendió como él podía aguantar todo los insultos, creía que era una especie de ángel.
Vi como alguien se le acercaba y le daba algo, no logre escuchar lo que dijo pero ahora estoy casi segura de lo que fue. En ese momento él iba a tirar el contenido que le dieron, pero luego, lo guardo en su mochila.
Fue caminando lentamente hacia al cementerio y yo lo seguí, ya que siempre me aseguraba de que llegara sano y salvo a su casa, era algo que me dejaba tranquila, supongo que estaba enamorado de él. Vi cómo se sentó en una lápida y dejo la mochila a su lado mientras sacaba lo que le habían dado más temprano.
Reconocí que eran pastillas y cuando me di cuenta que estaba por hacer ya era tarde. Las había tomado. Vi como cerraba los ojos y lentamente dejaba este mundo. Con lágrimas recorriendo mi cara logre darme cuenta de que ahora él estaba parado en frente mío con una sonrisa tímida. Estaba sin remera pero eso no fue lo que me llamo la atención, sino fueron las alas, tan blancas como el papel, que se asomaban por su espalda. Yo lo sabía.
Él era un ángel, pero nadie lo vio y ahora volvía a donde pertenecía.