¡Comienza Pichit on Ice!

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Phichit Chulamont, el campeón asiático de patinaje sobre hielo, estaba inmerso en uno de sus momentos favoritos del día: sacar fotos al desayuno para subirlas a Instagrma. Quería compartir con todo el mundo las delicias culinarias de su maravilloso país: khao tom, chok, pathongko... ¡La mejor forma empezar la mañana!

Estaba muy contento porque hoy recogería en el aeropuerto a los patinadores que llegaban desde San Petersburgo para participar en Phichit on Ice y se moría de ganas de ver a sus invitados. Yuri, el mejor amigo que nadie podía tener, lo había apoyado desde el principio. Siempre había soñado con hacer un espectáculo para que todo Tailandia viese lo divertido que era el patinaje sobre hielo y en ese sueño estaba rodeado de sus grandes compañeros: Chris, Yuri, Guang-Hong y Seung Gi. Pero nunca había esperado que Victor Nikifirov, pentacampeón del mundo, quisiese participar. Y con Yuri y Victor, entró Yuri Plisetsky, el hada rusa. Cuando pensaba que nada podía ser mejor, el cartel se completó con Otabek Altin.

Quiso de llorar de felicidad al recordar la primera vez que vio la lista completa de patinadores pero se contuvo. No quería salir con los ojos rojos en el próximo selfie, sus seguidores se preocuparían.

Había recibido la llamada de un par de entrenadores enfadados por alejar a sus pupilos durante los días de pretemporada pero no les había hecho mucho caso. Yakov lo había acusado de robar a Victor justo ahora que había vuelto a la competición y algunas cosas más de las que ya no se acordaba. Sin embargo Celestino estaba de acuerdo con él en que todos necesitaban relajarse un poco.

Ambos sabían que no todos los profesionales lo pasaban tan bien como él dentro de la competición; quería verlos disfrutar haciendo lo que más les gustaba. Esa era la gran magia del patinaje: por frío que fuese el hielo, los corazones de los patinadores brillaban siempre llenos de amor y compañerismo, ni en los campeonatos dejaban de lado la amistad. Se sentía muy afortunado de estar rodeado de gente tan buena y generosa.

Por eso Phichit on ice sería casi como un Grand Prix pero mucho más divertido, sin la presión del circuito internacional. Tenía muchas ganas que viesen los gorros de hámster para la actuación final. «Seguro que los van a adorar tanto como yo. Igual no todos pero el único que se va a quejar es Yuri Plisetsky y ya encontraré la forma de convencerlo. Si Otabek se lo pone, dejará de arrugar la nariz y de bufar».

Hizo un repaso de todo lo que había preparado para que sus amigos se sintiesen como en casa: un hotel acogedor, cestas de frutas en las habitaciones, una buena ruta turística, la recepción con la presidenta del gobierno y por supuesto, una fiesta.

«Tengo que alejar a Victor de las botellas de sato. Aún recuerdo cómo se puso antes de la última Rostelecom. Ahora patina y seguro que es más profesional pero aún así... Las guardaré para la fiesta, Yuri se pone muy simpático cuando bebe. Esos dos se entienden tan bien que ojalá patinen juntos para siempre».

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