Un oscuro bosque recorro, desorientado, sin un camino establecido... Sin una senda trazada, perdido en el lugar al que en algún momento llamé mi hogar...
Lobo solitario, errante viajero de la vida; Haces un juicio anticipado al llamarme de cualquier modo, no soy ni el demonio, ni el ángel que crees... No me condenes a tu infierno, pues de ese lugar he surgido, ni tampoco me intimides con las mentiras que te han vendido...
Dices que soy de una manera o de otra, más no conoces de donde vengo; Juzgas al licántropo que ves en el exterior, sin saber que un día fue un cachorro, uno que tuvo que aprender, que para protegerse tenía que mostrar los dientes...
No busco una manada, tan sólo que me dejen seguir mi rumbo, aunque este desconozca y deambule sin sentido... No puedo seguir el camino que quisieras, realmente lo lamento, pero no lo haré... No puedo adaptarme al resto, ya lo intenté y fracasé...
A la luz de la luna, hago este funesto aullido, a esta hora en la que mí razón se ha desvanecido, cuando me siento más bestia que persona, cuando el peso del día me agobia ya.