Escuchó el sonido de una campanilla.
Lejana, indolora, e iba hundiéndose aún más a través de la oscuridad.
Después un gritó. El chasquido de miles de huesos rompiéndose a merced de una pisada, que iba acercándose, lentamente hacia ellos, amenazante y a sabiendas que podía deshacerlos en pedazos.
Entonces Norman despertó.
Abrió los parpados tan rápido, que todavía pudo sentir el latir frenético de su corazón y los dedos de sus manos hundiéndose en la tela de su ropa, justo por encima del pecho, como si hubiera intentado sacarse el corazón; saltó de su asiento, asustado y con el sudor recorriéndole la espina dorsal, humedeciendo todo su cabello.
La habitación estaba oscura, el sonido de la campanilla había desaparecido.
Sintió como sus piernas se hundían en el suelo, pero no parecía que fuera a tragarlo, ¿sobre qué estaba parado?, se preguntó, palpando en la oscuridad, y con sorpresa, se dio cuenta que el sitio parecía ser suave, como si de un sofá se tratara.
¿Pero cómo demonios iba a estar parado sobre un sofá?, inquirió nuevamente, absteniéndose de echarse a reír, pues sabía que su risa se escucharía igual a la de un desquiciado perdiendo la cabeza.
─ ¡Coraline! ─Gritó, con fuerza─. ¡Wybie!
¿Dónde estaban sus amigos? ¿Qué estaba pasando? ¿Por qué sentía que el suelo se blandía sobre él? Estaba mareado, y a pesar de que no podía ser totalmente consciente de estar trastabillando, sentía como si el mundo a su alrededor se deshiciera, derritiéndose como hielo.
Y habría caído, de no ser por un minúsculo susurro que dictó su nombre; reconoció la voz enseguida, ¿cómo no iba a hacerlo?
─ ¡Coraline! ─Exclamó, comenzando a caminar en la oscuridad─. ¿Dónde estás?
Tropezó y cayó, pero volvió a levantarse. La oscuridad literalmente no dejaba verle nada. No existía ni una ventana ni atisbo de luz que le permitiera saber que no estaba encerrado en el interior de su mente, a merced de Bemus.
─ ¡Norman! ─Farfulló Coraline, no muy lejos de él─. ¡Norman!
Dejó que su instinto lo guiara: siguió el eco que dejaba la voz de Coraline, como una estela de esperanza.
El suelo iba tornándose extraño. Seguía suave, pero iba en caída, en forma de una montaña pero en pequeño formato, entonces Norman se cuestionó seriamente si habría alguna posibilidad de estar andando sobre un viejo sillón.
Alguien tomó de su mano. Norman no gritó, pues reconoció la palma como si fuera la suya y le ayudó a levantarse; pasó el brazo de la niña por encima de sus hombros, quien se apoyó fuertemente sobre el muchacho.
─ ¿Estás bien? ─Susurró el niño, preocupado.
─Podría estar mejor ─replicó la chica, y Norman estaba seguro que sonreía.
Siempre manteniendo el oscuro sentido del humor por encima de toda situación.
─ ¿Tienes alguna idea de dónde estamos? ─Preguntó Coraline, ahora dejando de sonreír─. Cuando desperté, estaba completamente sola. Por un segundo creí que el maldito monstruo nos había separado otra vez.
─No lo sé ─respondió Norman─. Pensé lo mismo que tú, además, Wybie no está...
Una luz refulgió en la habitación.
Primero apuntó al suelo. Los niños la percibieron al mismo tiempo, y como animalillos, se dirigieron detrás ─de lo que parecía─ del respaldo de un sillón. La luz era gigante, parecida a la de un faro que ilumina el camino de los viajeros en altamar.
Recorrió el suelo, para después colocarse sobre la mesilla y la figura de otro sillón. Gigantesco. El triple de tamaño de los muchachos. Norman abrió los ojos de par en par, con la respiración entrecortada.
Pero el tamaño de la habitación fue lo último que le sorprendió.
─Un monstruo ─susurró Coraline, aferrándose a sus brazos.
Era algo mucho peor, de eso estaba seguro el niño.
Unas garras deformes sostenían la lamparilla, y aunque no se podía vislumbrar más allá de la sombra, Norman percibió un par de cuernos. Gigantescos. Que caminaban de forma pesada por la habitación e iba recorriéndola lentamente con la luz.
Norman ─aterrado─ tomó a Coraline entre sus brazos, obligándola a encogerse en la esquina del viejo mueble. Ambos permanecieron en silencio, mientras escuchaban las pisadas del extraño merodear por su hogar.
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Mystery Kids: Argus
FanfictionÉl no ha muerto. Sigue respirando. En el fondo del bosque. Ahí en el centro. Escondido entre las entrañas. Observando. Historia original. CANCELADA.