Capítulo 46

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Capítulo 46

Alice

El dolor era algo con lo que había estado evitando toparme, sabía que en algún punto de mi vida llegaría pero no esperaba que fuera de un modo tan terrible. Lo único que había hecho era perseguir mis sueños, y justo cuando todo parece ir bien el destino decide que es momento de equilibrar la balanza y derriba toda la felicidad con la dolorosa oscuridad.

Y no hablo de oscuridad en sentido figurado, cada que intentaba recordar cuál era el último instante de felicidad era imposible verlo. Como si se hubiese desvanecido, solo mis sueños se encargaban de atormentarme cada noche con voces que no paraban de gritarme cosas horribles.

Mi padre se había encargado de mí cuando recibió la noticia de que no podría caminar nunca más. Creyó que sería buena idea conseguirme terapia psicológica pero yo no sentía que sirviera de algo.

El daño era irreversible.

No planeaba perder mi tiempo con terapias físicas que solo me llenarían de falsas esperanzas. Ni siquiera el médico me aseguró que mis piernas volverían a ser útiles. Preferí aferrarme a mi desastrosa realidad.

—Creo que el violeta te quedaría bien, Alice —miro con incredulidad a Rosalie.

Al menos cuento con la compañía de mis amigas, lo bueno de ellas es que no tratan de convencerme de nada. Es por eso que acepté asistir a la boda de Rose pero le dije que no podrá ayudarla con los preparativos.

—Sigo pensando que es demasiado pronto —interviene Bella.

—He esperado más de tres años para estar con Emmett, yo creo que ya es tiempo.

—Me refiero a que no podrás tener todo listo en dos meses, Rose.

La rubia rueda los ojos y sigue ojeando revistas sin siquiera prestarles demasiada atención. Sinceramente me gustaría ser de más ayuda para mi amiga pero hay demasiados impedimentos.

Un zumbido capta mi atención y cuando volteo a ver a Bella confirmo que ha recibido un mensaje, sonríe al ver la pantalla de su celular.

—Ha llegado la hora de irme, chicas.

Ella se pone de pie demasiado animada y sale de la habitación despidiéndose con la mano en alto. Hace demasiado tiempo que no la veía tan feliz, parece que al fin ha encontrado al hombre correcto para ella.

—Yo también debería marcharme ya. Emmett ha preparado una cena romántica —los ojos de Rose brillan cuando dice el nombre de mi hermano.

—Es demasiado temprano —menciono.

—Sí, pero me tomará un tiempo arreglarme y quiero verme bien para ésta noche —se incorpora y se acerca a mí para abrazarme y darme un beso en la mejilla.

—¡Diviértete!

Me quedo sola otra vez, en la oscuridad. Estiro una mano hacia mi mesita de noche y del primer cajón saco un frasco naranja. La buena parte de tener terapia es que puedo tener anti depresivos y tomarlos cuando lo sienta necesario. El medicamento me hace sentir adormecida y obviamente me da sueño, por lo que puedo dormir por varias horas sin tener que soportar mis pensamientos negativos.

Meto la capsula a mi boca y la deslizo por mi garganta con un gran trago de agua. Tardará unos minutos en hacer efecto así que enciendo la televisión para distraerme, hago zapping sin encontrar un programa que me guste lo suficiente. Finalmente me decido por mi canal favorito: E!

Me arrepiento casi al instante al ver que están transmitiendo una alfombra roja en vivo. Me duele ver a todas esas actrices y modelos paseando en sus perfectos vestidos, con zapatillas altas y luciendo sus perfectas piernas. Mis dos sueños frustrados en una sola imagen. Apago el televisor y lanzo el control remoto al otro extremo de la cama.

No siento que merezca esto, definitivamente no. Como si no hubiera sufrido ya lo suficiente con que mi primer noviazgo real fuese una completa farsa. Puede que lo haya superado y haya salido demasiado fácil pero eso no lo hace menos doloroso.

Dirijo mi mirada a la silla de ruedas en la esquina de la habitación, no suelo usarla mucho pero cada vez que lo hago siento repulsión hacia el trasto. Aparto la cobija que cubre mis piernas que permanecen inmóviles, me concentro en moverlas pero parece ser que no reciben ninguna señal.

Me toma solo un segundo darme cuenta de que no quiero perder más días de mi vida postrada en una cama sin hacer nada. El doctor que el 95% de las personas que pasan por esa clase de accidentes no recuperan la movilidad.

Pero yo no era cualquier persona, yo era Alice Cullen. Jamás había pertenecido al porcentaje de personas comunes, yo era única. Y me esforzaría lo suficiente para pertenecer al otro 5%.

Apoyo mis manos sobre la cama y cuidadosamente me empujo hasta la orilla, acto seguido tomo una de mis piernas y la dejo caer en el piso. No siento absolutamente nada pero eso no me impide seguir con la otra; esta vez obtengo un poco más de respuesta y un débil hormigueo me atraviesa el talón.

Me impulso hacia arriba con ambos brazos pero caigo repentinamente al suelo, por lo menos alcanzo a proteger mi rostro con una mano. Me quedo tirada en el piso, será más difícil ponerme de pie ahora. Levanto la cara y lo primero que veo son las ruedas de la silla, la ira invade mi cuerpo y las lágrimas brotan de mis ojos.

Tal vez el medico tenía razón, tal vez no lo logre. ¿Por qué tendría que ser diferente conmigo?

—¡Alice!

La voz de mi padre me llega desde arriba y de un momento a otro siento que un par de brazos me toman por la cintura. Cuando estoy de nuevo sentada sobre la cama descubro que no fue Carlisle quien me recogió.

—¿Por qué estabas en el piso? ¿Te caíste? ¿Intentaste caminar? —mi papá me acribilla con un montón de preguntar pero yo solo miro al hombre frente a mí.

Es joven, como de unos veinticinco o quizá más pero no pasa de los treinta. Sus ojos color miel me observan fijamente sin ninguna expresión en su rostro. Su cabello combina con sus ojos aunque el color es un poco más oscuro, noto que un mechón le cae sobre la frente y él al darse cuenta pasa una mano por su pelo para acomodarlo. El simple movimiento me parece tan sexy que no puedo evitar todos los malos pensamientos que llegan a mi cabeza.

Es cuando él me regala una sonrisa ladeada que aparto la vista, sé que me he sonrojado pero espero que no lo haya notado.

—Alice, sabes que debes hablarme cuando necesites algo —insiste Carlisle.

—No ocurrirá de nuevo —susurro—. No me dijiste que tendríamos visitas.

Mi padre deja pasar lo de hace rato y recobra la compostura.

—Hija, he decidido que no puedes seguir así —hace un ademán con la mano—. Él es tu nuevo fisioterapeuta.

—Jasper Withlock —da un paso hacia adelante, extiendo mi mano para saludarlo pero él la toma y besa el dorso.

—Jasper Withlock —da un paso hacia adelante, extiendo mi mano para saludarlo pero él la toma y besa el dorso

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¡¡JALICE!! 😍😍😍

Quise escribir más en éste capítulo pero adoro ésta pareja y merecía todo el protagonismo del mundo 😍💖

-Vii 💕

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