Capítulo II

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La subasta comenzó con Eric Lukasiak. El dueño de una poderosa empresa del manejo de divisas. Rápidamente las hembras omegas comenzaron a ofrecer cantidades exorbitantes de dinero. Al final quien se quedó con él ni siquiera fue una hembra, fue un omega macho llamado Andreas Gühne, que de macho sólo tenía el género, pero bueno.

Así fueron pasando todos los alfas presentes conforme estaban acomodados en el escenario. Finalmente llegaron hasta Tom, quien se encontraba casi escondido hasta el final de todos porque le daba pánico que algún o alguna loca lo ganara. Estaba rojo hasta la punta del cabello y muerto de vergüenza. Deseaba que Bill fuera el mejor postor y en verdad temía porque alguien más ofreciera mayor cantidad que él. Los únicos restantes eran Tom y Alex.

—Uh, estamos casi por cerrar con broche de oro, gente —se escucharon muchos aplausos, al parecer eran varios los que querían ganar a Tom —. Con ustedes el señorito Tom Trümper.

Bill se limitó a aplaudir cuando lo presentaron porque no quería perder la compostura. En cambio Ria sí que soltó un grito cual loba frenética, pero como ella era beta sólo se vio como una loca más.

—Empezamos con cien dólares. ¿Quién da cien? —Comenzó Georg.

Ria levantó la mano y Georg abrió mucho los ojos ante eso.

—Ok... cien dólares a la señorita. ¿Ciento cincuenta? ¿Quién da ciento cincuenta?

Bill levantó la mano y entonces el ojiverde pudo suspirar de alivio.

—¡Ciento cincuenta para el caballero!, ¿alguien ofrece doscientos?

Nuevamente Ria levantó la mano, ya molesta porque no quería que su amigo de toda la vida le ganara a su macho.

—Doscientos para la loc... digo, para esta señorita. ¿Escucho cuatrocientos?

Bill ni dudó en levantar la mano con rapidez. Él ni siquiera se había percatado de las miradas de odio que le dedicaba la beta.

—¡Cuatrocientos para el caballero de rastas! ¿Alguien da más? Es que acaso, ¿escucho ochocientos dólares? — retó a la beta riendo para sus adentros, la estaba pasando tan bien antes de ver que su compañera levantaba la mano sin pensarlo.

Y Bill se hartó del jaleo y del show que su amiga estaba dando, y es que sin pensarlo habían quedado frente a frente frunciendo el ceño de lo frustrados que estaban, eran tal cual gatas en busca de su macho. La odiaba.

Volteó a ver al alfa por el cual casi llegaban a jalarse el pelo. Tom estaba casi escondido tras Georg, sólo lograba ver su cabeza del gran cuerpo del alfa y sus ojos rogaban que lo salvara de aquella loca beta que parecía querer desnudarlo con la mirada, claro que él también quería hacerlo pero parecía que Tom no tenía quejas con ese deseo. Definitivamente el único que debería tener a ese alfa era él, con más razón al verlo se atrevió a gritar —. ¡Mil dólares! — e inmediatamente los ojos de Georg se abrieron debido a la sorpresa. De todos los alfas a quienes subastaron, esta era la cantidad máxima que habían dado y obviamente por ser personas con dinero eran las más codas del planeta. Por algo los ricos seguían siendo ricos.

Sin embargo, Ria no tenía intenciones de perder y estaba dispuesta a ganar porque reina sólo hay una — ¡Dos mil dólares y estoy dispuesta a mejorar cualquier cantidad! — exclamó con una cínica sonrisa que le revolvió el estómago a Bill, y éste estuvo a punto de tomarla del cabello por la desesperación que sentía cuando sintió unos brazos tomarlo por la cintura y detenerlo.

Inmediatamente sintió su olor y se removió con desespero, odiaba que lo tocaran cuando era innecesario y obviamente, este momento lo era. Sólo quería arreglar el feo peinado de la beta. 

No es como tú quieras || Omegaverse TollDonde viven las historias. Descúbrelo ahora