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Las gotas de lluvia caían brutalmente sobre la tela del improvisado paraguas, hasta llegar a creer que la tela se perforaría, mientras que el viento parecía querer encargarse de llevárselo con él.

Aun no llegaba a entender cómo nadie había podido haber pre-visto la tormenta torrencial cual estaba padeciendo este mismo instante, ni los mismísimos noticieros o meteorólogos.

Tal parecía que hoy no era el día de Park Jimin.

Sin embargo, creía que después de todo lo ocurrido en la semana, especialmente en el día, podía arreglarse con una caminata en dirección a su cafetería favorita, pero lastimosamente no salió como pensó puesto a que nunca se le cruzó por la cabeza que hoy habría una lluvia torrencial.

Aun así salió, con tormenta y un viejo paraguas, de modo que no le quedo otra que usar una tela de una sábana. Esto significaba una cosa:

Nadie, ni nada evitará que llegue a esa cafetería, pensó Jimin con impotencia.

A excepción de una cosa, una vez que Jimin estuvo a cinco pasos de entrar a su local favorito se encontró con la sorpresa de que este mismo estaba cerrado.

Anonado, estuvo a punto de pegar un grito al cielo.

-Esto no puede pasarme a mí... -lloriqueó al leer el cartel cual claramente decía que no abrirían hasta la otra semana.

Ahora el cielo no era el único que largaba gotas dado que desde los ojos de Jimin comenzaron a salir lágrimas y lágrimas, y parecía que no iban a dejar de salir hasta por un rato.

Este día, esta semana, definitivamente nada había salido como lo había planeado.

Había planeado que, el lunes, cuando confesara su sexualidad a sus padres y amigos, lo aceptarían, tal cual como indiscretamente les había preguntado si aceptaban la homosexualidad, y si, aparentemente aprobaban pero no lo suficiente como para tener un hijo o amigo así.

Había planeado que no pasaría malos ratos en el Instituto, en su último año, dado a que se conformaría solamente con que lo apoyasen las personas que más ama, pero lamentablemente no ocurrió así. Todo el Instituto se burló, lo insultó, lo maltrató, y Jimin ya sabía que eso ocurriría pero nunca se esperó que sus propios amigos fueran participe, eso lo quebró, pero no lo demostró.

También había planeado que todo siguiera igual respecto a su familia, pero no, ahora era "el enfermo", "el infectado", "el diabólico". Eso lo rompió, pero nuevamente no lo demostró.

Finalmente, había planeado pensando en que todo iba a salir bien; el viernes, junto a sus amigos, los llevaría hasta su cafetería favorita, su lugar especial, donde se la pasarían bien contando anécdotas pasadas y bromas, como siempre hacían cuando se juntaban, pero cuando se dio cuenta del panorama, un miércoles por la noche, derramó tantas lágrimas como nunca se había imaginado y esto, lo terminó por destruir.

El jueves por la mañana decidió dar por terminado su sufrimiento, faltó al Instituto y se fue a vivir hasta la casa de su tía abuela para quedarse con ella, que para su suerte ella lo aceptaba tal cual era.

Viernes por la tarde y pensó que su día mejoraría y es ahí donde estaba Jimin, alejándose a pasos lentos y cortos de su cafetería favorita, recordando todo lo ocurrido en la semana mientras caminaba por las desoladas calles de Busan.

Todo parecía ir de mal en peor, o eso es lo que pensaba y repetía Jimin, cuando de un momento a otro el paraguas comenzó a ser llevado por la fuerza del viento, lo que ocasionó que Jimin no pudiese agarrarlo justo a tiempo, y también que lo corretease por las calles mientras luchaba por no resbalarse.

Dest ☔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora